La agridulce venganza de la esposa desatendida
ista de El
dad y consecuencias. Estaba sentado detrás de su enorme escritorio de caoba, su cabello plateado impecablemente peinado, su mi
prendentemente suave-, tu madre me ha informado
rada, la mía i
uelo. L
sonido profu
No es una decisión que deba tomarse a la ligera. Nuestras familias, co
había sido una alianza estratégica, una fusión de activos e influencia. El cancionero inédito de mi padre, un tesoro de brillantez musical, era la joya de la corona. Don Octavio no me
er en este matrimonio son mucho mayores. Para mí. Para mi bienestar. -Lo miré directamente a los ojos, sin que
ón ilegible. El silencio se alargó, espeso y sofocante
reclinó, su mirada suavizán
una pausa, luego miró a Gael-. Daré instrucciones a mi equipo legal para que coopere plenamente. Tendrás acceso total a todos los recurso
laba, pero era práctico, decisivo y poderoso. La opinión de Braulio, sus sentimien
omunicador-, creo que es hora de almorzar. Te q
cados sándwiches y fruta, mi teléfono sonó. Era Braulio. Otra vez. Dudé, pero Don Octavio, con una m
a rabia apenas contenida-. ¡Doña Elvira acaba de decirme que te negaste
todos estos años; lo había esperado. Había tomado mis esfuerzos, mi amor, mi cuidado, como algo que se le debía. Nunca le gustó mi comida, pero nunca dej
voz. La conmoción de su puro derecho, incluso des
mano y activó el altavoz. Su voz, ahora desprovist
rdad te estás quejando del almuerzo cuando tu espo
tro lado, seguido rápidamente
sando? -Era Désirée. Su voz, delg
udeó Braulio, claramen
noche, Braulio. ¿Y ahora te quejas del almuerzo? Quizás la señorita Aguilar pueda prep
teñida de una dulzura d
is wraps veganos. Siempre dice que la comida de Elara es... b
por la mujer que él exhibía abiertamente, retorció un cuchillo fresco en la vieja herida. Había odiado mi comida. Todos esos años, todos esos
ctavio cortó mi
e siendo una Armendáriz. Y si escucho una palabra más sobre que alguno de ustedes la humilla públicamente, habrá consecuencias que no pueden imagi
terminó la llamada con un clic defi
presión sombría-. Ese muchacho no
nte, pero también un profundo cinismo. Su "disculpa" se sentía menos sobre mi dolor y más sobre mantener la imagen de l
sintiendo una tranquila resolución. Mientras caminaba
ree que Braulio final
jó escapar un
lmente. Cuando se
tarde. Ya no me importaba. Braulio probablemente me quería fuera ahor
de que su mundo se convirtiera en salones VIP y clubes exclusivos. Recordé habernos reído con lattes mediocres, planeando nuestro futuro, un futuro que ahora parecía imposiblemente ingenuo. Incluso recordé haber bromeado: "Un día, cua
io y Désirée, entrando en nuestro café, de la mano, sus rostros iluminados con una alegría descuidada que me
ulio le susurraba algo al oído. Parecían total e innegablemente enamorados. La familiaridad de
la bruma de mi dolor, devolvié
é, empujando mi silla hacia atrás. Nec
fiesta. La habitación giró, los rostros de Braulio y Désirée se desdibujaron en una masa indistingui
mano agarrando mi b
, ¿qué
golpe. Sus ojos, usualmente tan fríos, se abrieron de sorpresa al posarse en la mano de Elena, todavía firmemente en mi brazo. Un dest
ro y furioso. Comenzó a caminar hacia nosotras,
su voz baja y venenosa, dirigida no a mí, sino a
leaba. Esto iba a