Votos Destrozados, Venganza de Sangre Implacable
So
o de mi padre, una línea plana resonando en la habitación estéril, era un sonido que me perseguiría por toda la eternidad. M
angustia pura y sin adulterar. Alcancé su mano, su piel frí
í. Me giré, gruñendo, y me abalancé sobre Alejandro
s más por el duelo que por la fuerza, pero llevaban el peso de siete años
superando fácilmente la mía. Las torció det
ruñido bajo, completamente desprovisto de la emoción que me
fue inútil. Me tenía cautiva, tal como había
o que sus palabras pesaran en el aire-. Firma el documento para Kimberly, y te permitiré ver el cuerpo de tu padre una última vez. Podrás organizar u
mi ancla. Mi única familia restante. Lo odiaba, odiaba a Kimberly, me odiaba a mí misma por haber amado a
palabra sabiendo a ceniza en m
acía la tabla con papeles. Mis manos aún temblaban, pero una fría resolución se había instalado
mi firma en la parte inferior del documento, un trozo de papel sin sentido frente a una pérdida tan monumental. Estaba hecho. Ki
ojos ardiendo con un odio tan profundo
o ver a mi padre. Y luego, quiero que me dejen so
apareciera. Un ceño fruncido surcó su frente. Fue un momento de debilidad, una pequeñ
todavía acunado en el de Alejandro. Sus ojos, aún abiertos e inocentes, se desviaron hacia mí, lu
¿estás bien? Pa
ella. El fugaz momento de confusión desapareció,
con Sofía. -La acercó más, su preocu
nto a él, acunando su cabeza en mis brazos. Su piel ya se estaba enfriando. Las máquinas estaban
é, mi voz ronca. No se había ido de verda
camillero, seguido por d
la Dra. Luna nece
esita ayuda! -grité
cabecera de mi padre, entró cor
están retirando el equipo?
adelante, su voz escal
safortunado. Su paciente aquí ha sido... terminado. -Usó l
ández se abrieron de horror-. ¿De q
e secó delicadamente la mejill
Su estado mental es frágil.
erado por alcanzar a Kimberly, pero los guardias de seguri
tación. Miró al Dr. Hernández-. La escuchó. Kimberly lo necesita. El
-protestó el Dr. Herná
nó Alejandro, su voz final-. Ahor
cia la puerta. Los arañé, dese
s mi padre! ¡No pueden
Sofía -dijo Alejandro, su voz desprovista de
nas lo registré. Todo lo que podía ver era a mi padre, solo en esa habitación fría, su vida cruelmente extinguida por el hombre que una vez había amado
/0/15266/coverorgin.jpg?v=131888c1889508d2ada1504edd8d0527&imageMogr2/format/webp)
/0/14998/coverorgin.jpg?v=797578c5676ef2554c8e98f3087814cb&imageMogr2/format/webp)
/0/19409/coverorgin.jpg?v=cd4067e10657fb3d12e50316239aeb40&imageMogr2/format/webp)
/0/14597/coverorgin.jpg?v=dec2ea52fa920e1503d8bc813ab9057b&imageMogr2/format/webp)
/0/15609/coverorgin.jpg?v=9436c3f8cf7ec8fa845909f2274a5d5c&imageMogr2/format/webp)
/0/16462/coverorgin.jpg?v=f6bf3b4d9a93341faa846a52319865ad&imageMogr2/format/webp)