Él eligió al perro; yo elegí el imperio
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en un caos absoluto. Mi creación fue culpada de una r
re que me había prometido el mun
endo. En realidad, hizo que su hermano gemelo se hiciera pasar por él, robándome cada nueva fórmula
io en el que estábamos se derrumbó. Quedé
a elegir: salvarme a mí, o salvar al
jo-. Emilia es fuert
ahí pa
e dieron una nueva identidad y una nueva vida en Suiza. Ahora, estoy construy
ítu
vista d
nte de las ambulancias. Me quedé paralizada en el escenario, el aroma de mi obra maestra, "Flor Etérea", ahora una nube tóxica en el aire. La gente a mi alred
rostro hinchándose de forma alarmante. Otro hombre se arañaba el cuello, con los ojos desorbitados por el terror. El aire se espesó con un olor químico, algo acre y equivocad
, ¿qué
había defendido mi visión para esta fragancia. Sus ojos, normalmente cálidos y tranquilizadores, ahora estaban fríos, reflejando el horr
Alejan
ado, apenas audible por encima
obé. Cientos de vece
finales del laboratorio, las notas meticulosas que de
una de las pruebas. No hay
ial, gritado en un megáfono por un jefe de
o identificado como fragancia "Flor Etérea
dorados, sellando mi destino. Mi cr
ombrío que señalaba el fin de mi mundo. La ley venía en camino. Demandas. Indignación pública.
l brazo, su agarre sor
iático, antes de que lleguen los abogados. Te
ermitentes y las miradas acusadoras. Su urgencia era aterrador
adeé, tropezando pa
e esperaba-. Está aislada. Nadie te encontrará allí. Estarás a salvo. Yo me en
un salvavidas en u
-Mi voz era peq
us labios roz
rfil bajo. Cuídate. Iré contigo tan pro
ejandro". Llegaba cada pocos meses, un torbellino de pasión e intensidad que me dejaba sin aliento. Cada vez, me aferraba a él, anh
rno. Sus ojos, aunque todavía oscuros y cautivadores, tenían un nuevo brillo, casi depredador. Nunca hablaba de la Ciudad de México,
s líneas alrededor de sus ojos durante una de estas intens
más, su abrazo
ia. Lleno de buitres. Pero estar
aba el aliento y ahogaba mis preguntas. Me necesitaba. Ne
sentí halagada, tranquilizada por su feroz devoción. Era un marcado contraste con el terror y la incertidumbre que me habí
sofocante. Me acostumbré a ello, a sus feroces demandas, a la forma en que me reclamaba, en cuerpo y alma. Lo amaba, o al menos, amaba la idea de él: el hombre qu
o -le susurraba, ac
ligeramente, su
o de perderte. Miedo de lo que
, que me arrastraba más profundamente en
mi aislamiento, mi dependencia. Acepté su amor tal c
llegó la
de lo que la había oído en años-. Finalmente ha terminado. Han
rofunda que me debilitó
ro! ¿De verda
s corrían p
no había oído en años: alegría genuina-. Y ahora que l
iración contenida a trav
agámoslo oficial. Empecemo
e había soñado durante tres años. La vindicación, el
ollozo atrapado en mi ga
, con mis maletas hechas para mi viaje de regreso. Prometió enviar un jet privado por mí en una semana. Los días se convirt
esperada por entender. En el momento en que aterricé en la Ciudad de México, un presentimiento escalo
do con fuerza. Y entonces, lo oí. No la voz de Alejandro, no exactamente. Pero una voz tan inquietantemente similar, presumiendo
-rió la voz de una mujer-. ¿Tres años? ¿Atra
un hermano gemelo, Kael, un comodín, un par
jandro, pero no la de Alejandro-. Pero la recompensa valió la pena. Alejandr
ido escalofria
Entregando todos sus pequeños secretos de
vez más aguda y veneno
na estrella. Cada premio, cada galardón. Todo gracias al "duro trabajo" de la
Mi hermanastra de la infancia. La mujer que h
i protector, mi prometido, finalmente habló. Su voz carecía de la
aislarla, robarle el trabajo de su vida.
aparentar? -preguntó Carl
regresa, pensando que es la reina, solo para descubrir que lleva una corona de espinas, una tonta exhibida para que tod
tierna, cada beso apasionado, cada promesa de un futuro, todo mentiras. Todo de un hombre que ni siquiera era el hombre que amab
na mano a la boca, ahogando el sollozo desesperado que amenazaba con escapar. Tenía que salir
un verdadero escape, un verdadero santuario. Mis padres. Los magnates de la tec
yuda. Necesito desaparecer. Por completo. ¿Puedes
nte tan tranquila y mesurada
ado? Por supuesto, ca
necesito que mi identidad mexicana... des
rte, alimentada por un
oz llena de preocupación-. Pero podemos sacarte esta noche. Un jet pr
amarga lágrima finalmente
Pensaron que me habían roto. Estaban equ