Él eligió al perro; yo elegí el imperio
vista d
e grandeza, ahora se balanceaban precariamente, amenazando con estrellarse. Yo era una más en un mar de rostros aterrorizados, mi mente corriendo, mis
o de mármol. Grité, pero mi voz se perdió en la cacofonía. Antes de que pudiera siquiera registrar lo que había sucedido, una estampida de invit
olor, oí una voz, nítida y c
¿Dónde es
strozado, se astilló aún más. La
ó, la atrajo a sus brazos, protegiéndola con su cuerpo. Luego, la llevaba medio cargando, medio arrastrando hacia una salida menos concurrida, dejá
i brazo, torcido torpemente debajo de mí, gritaba en protesta. Intenté levantarme, pero una nueva ola de temblores sacudió el edificio. Una sección del te
orrosa y agonizante. Estaba atrapada, inmovilizada bajo los escombros, un peso agudo e inflexible presionando mi pecho. Cada r
Gritos. El estruendo de maquinaria pesada. Rescatistas. Una pi
n! -gritó una voz ahogada
débil gorgoteo escapó de mi
otra voz-. ¡Por aquí!
de nuevo, más cerca esta vez, t
tá Emilia aquí? ¡Díga
tro de mí. Sí le importaba. Me estaba buscando. Toda la traición, todo el d
illona de Carla cortó el
queña Princesa! ¿Está bien? ¡Po
z de un rescatist
ransportadora junto al escenario! ¡Tienen que salvarla! ¡Es di
rágil esperanza haciéndose a
avemente herida. Necesita extracción inmediata. Pero también hay un animal pequeño atrapado cerca del escenario
cuerpo maltratado se tensó, esperando. Esperando que
le, finalmente pronunció-. Salven a Princesa. Carla la
olor, mi propia existencia, considerada menos valiosa que una mascota mimada. Menos valiosa que la comodidad de Ca
el polvo y la sangre. Cerré los ojos, el sabor amargo en mi boca más poten
roe! Siempre sabes qué
ro, su voz un eco distorsionado-. Pr
nsoportable. El final se sentía cerca. Era esto. El acto final de mi trágica obra. Pensé en Flor Etérea, mi sueño, ahora una pesadilla. Pensé en los años robados, el am