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Él eligió al perro; yo elegí el imperio

Él eligió al perro; yo elegí el imperio

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2119    |    Actualizado en: 18/11/2025

en un caos absoluto. Mi creación fue culpada de una r

re que me había prometido el mun

endo. En realidad, hizo que su hermano gemelo se hiciera pasar por él, robándome cada nueva fórmula

io en el que estábamos se derrumbó. Quedé

a elegir: salvarme a mí, o salvar al

jo-. Emilia es fuert

ahí pa

e dieron una nueva identidad y una nueva vida en Suiza. Ahora, estoy construy

ítu

vista d

nte de las ambulancias. Me quedé paralizada en el escenario, el aroma de mi obra maestra, "Flor Etérea", ahora una nube tóxica en el aire. La gente a mi alred

rostro hinchándose de forma alarmante. Otro hombre se arañaba el cuello, con los ojos desorbitados por el terror. El aire se espesó con un olor químico, algo acre y equivocad

, ¿qué

había defendido mi visión para esta fragancia. Sus ojos, normalmente cálidos y tranquilizadores, ahora estaban fríos, reflejando el horr

Alejan

ado, apenas audible por encima

obé. Cientos de vece

finales del laboratorio, las notas meticulosas que de

una de las pruebas. No hay

ial, gritado en un megáfono por un jefe de

o identificado como fragancia "Flor Etérea

dorados, sellando mi destino. Mi cr

ombrío que señalaba el fin de mi mundo. La ley venía en camino. Demandas. Indignación pública.

l brazo, su agarre sor

iático, antes de que lleguen los abogados. Te

ermitentes y las miradas acusadoras. Su urgencia era aterrador

adeé, tropezando pa

e esperaba-. Está aislada. Nadie te encontrará allí. Estarás a salvo. Yo me en

un salvavidas en u

-Mi voz era peq

us labios roz

rfil bajo. Cuídate. Iré contigo tan pro

ejandro". Llegaba cada pocos meses, un torbellino de pasión e intensidad que me dejaba sin aliento. Cada vez, me aferraba a él, anh

rno. Sus ojos, aunque todavía oscuros y cautivadores, tenían un nuevo brillo, casi depredador. Nunca hablaba de la Ciudad de México,

s líneas alrededor de sus ojos durante una de estas intens

más, su abrazo

ia. Lleno de buitres. Pero estar

aba el aliento y ahogaba mis preguntas. Me necesitaba. Ne

sentí halagada, tranquilizada por su feroz devoción. Era un marcado contraste con el terror y la incertidumbre que me habí

sofocante. Me acostumbré a ello, a sus feroces demandas, a la forma en que me reclamaba, en cuerpo y alma. Lo amaba, o al menos, amaba la idea de él: el hombre qu

o -le susurraba, ac

ligeramente, su

o de perderte. Miedo de lo que

, que me arrastraba más profundamente en

mi aislamiento, mi dependencia. Acepté su amor tal c

llegó la

de lo que la había oído en años-. Finalmente ha terminado. Han

rofunda que me debilitó

ro! ¿De verda

s corrían p

no había oído en años: alegría genuina-. Y ahora que l

iración contenida a trav

agámoslo oficial. Empecemo

e había soñado durante tres años. La vindicación, el

ollozo atrapado en mi ga

, con mis maletas hechas para mi viaje de regreso. Prometió enviar un jet privado por mí en una semana. Los días se convirt

esperada por entender. En el momento en que aterricé en la Ciudad de México, un presentimiento escalo

do con fuerza. Y entonces, lo oí. No la voz de Alejandro, no exactamente. Pero una voz tan inquietantemente similar, presumiendo

-rió la voz de una mujer-. ¿Tres años? ¿Atra

un hermano gemelo, Kael, un comodín, un par

jandro, pero no la de Alejandro-. Pero la recompensa valió la pena. Alejandr

ido escalofria

Entregando todos sus pequeños secretos de

vez más aguda y veneno

na estrella. Cada premio, cada galardón. Todo gracias al "duro trabajo" de la

Mi hermanastra de la infancia. La mujer que h

i protector, mi prometido, finalmente habló. Su voz carecía de la

aislarla, robarle el trabajo de su vida.

aparentar? -preguntó Carl

regresa, pensando que es la reina, solo para descubrir que lleva una corona de espinas, una tonta exhibida para que tod

tierna, cada beso apasionado, cada promesa de un futuro, todo mentiras. Todo de un hombre que ni siquiera era el hombre que amab

na mano a la boca, ahogando el sollozo desesperado que amenazaba con escapar. Tenía que salir

un verdadero escape, un verdadero santuario. Mis padres. Los magnates de la tec

yuda. Necesito desaparecer. Por completo. ¿Puedes

nte tan tranquila y mesurada

ado? Por supuesto, ca

necesito que mi identidad mexicana... des

rte, alimentada por un

oz llena de preocupación-. Pero podemos sacarte esta noche. Un jet pr

amarga lágrima finalmente

Pensaron que me habían roto. Estaban equ

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