Su Arrepentimiento, Mi Libertad No Comprada
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ncendio. Eligió salvar a su amante mientra
su amante intentaron envenenarme, cambian
idente de auto que me destrozó las pi
amante me tendía una trampa y luego me encerró en un ca
ligiendo el agua fría y oscura s
ré a un hombre que valoraba mis pedaz
dijo que había destruido a su amante y que me entregaba to
er que hay cosas que el
ítu
vista d
sabía que existían. Pero la herida más profunda era el vacío en mi interior, donde debería haber un latido. Habían pasado solo unos días desde el incendio en la casa del lago, días desde qu
a por mí. Que vería la devastación en mis ojos, recordaría los años de nuestra vida juntos y me sacaría d
ventana, de espaldas a mí, con los hombros encorvados. La forma en que respondió, bajando la voz a un tono bajo y urgente, me dijo t
como un golpe físico. Las palabras fueron una píldora amarga, confirmando mis peores tem
ho se oprimió, un dolor ardiente se extendió por mis costillas. No era el dolor físico del incendio
perdida, como si acabara de record
na, desprovista de la urgencia que había mostrado por ella. No era una explic
oz ronca-. ¿Importa algo de lo que
en este matrimonio se había reducido a
ente a él. Ya no más. Apreté la delgada sábana del hospital, mis nudillos b
a ósea, Allie -dijo, su tono cambiando a una orden
mo un hecho inalterable,
mera que pasaba, su voz suave, casi tierna-. Es so
r una razón completamente diferente y mucho menos grave. Mi propia vi
o el mejor cuidado, sus ojos llenos de genuina preocupación. Ahora, yo enfrentaba un procedimiento que amenazaba mi vida, y él hablaba de la "fragilid
ga, su voz se oía claramente a través de la delgada puerta del ho
-. Al parecer, fue una pequeña caída, pero él insistió en que le dieran la mejor habitación, las almohadas más suaves,
i pecho se contrajo, una banda sofocante de dolor. Mi visión se nubló, puntos danzaban ante mis ojos. Mi cabez
sente. Jadeé, un sonido ahogado escapó de mis labios. Mi mano voló a mi abdomen, agarrando el l
reguntó una de ellas, corriendo a mi
da fija en el monitor-. ¡Sus signos vitales se
ojos, reflejando el ter
ra enfermera, su voz apenas audible-. La aspir
Mi cuerpo gritaba, una agonía primitiva que amenazaba con destrozar
e. Augusto estaba allí, su rostro una máscara de
xigió, su voz aguda con un