Su Arrepentimiento, Mi Libertad No Comprada
vista d
mis piernas destrozadas. Me dieron de alta, no a nuestra casa, sino a un yate privado, un gigante blanco y reluciente que cortaba las agu
illante, las joyas de la familia de Augusto brillando en su garganta y muñecas. Parecía una diosa, u
oronación -dije, mi voz goteando veneno. Las palab
empujando mi silla de ru
tratando de ser amable. -Suspiró, pasándose una mano por el cabello-
e mis labios-. ¿Me rompiste las piernas por el bebé,
es de celebración, explotando en colores vibrantes contra el cielo que o
zó hacia mí. Se arrodilló junto a mi silla de rue
qué no entras y te pones algo más cómodo? T
, tenían un escalofri
intió con
er piensa en todo.
per una mira
al. La puerta se cerró detrás de mí con un clic, y la máscara de preocupación se desvaneció insta
isó con fuerza mi pierna herida con su tacón. Un
sus ojos brillando con un placer sádico-. N
¿no es así? -jadeé, tratando
n sonido ásper
Eras tan predecible. Tan... vainilla. ¿Y ese embarazo de alto ries
del mar, mi corazón un páramo estéril.
desprovista de emoción-. No significa nada pa
zada por un destello de confusión, lu
io en tu casa del lago, Allie? ¿Sabes por qué perdiste a tu precioso bebé? -Su voz bajó a un susurro, frío
, un sollozo gutural se desgarró de mi garganta. Mi bebé. No perdido en un accidente, sino brutalmente asesinado. Mis manos volar
o con un odio tan profundo que sabía a sangre-.
acia atrás y se rió, un
onado con la idea de su heredero. Y además, incl
sonido lento
ombres. Estaban harapientos, descuidados, sus ojos br
, se arrancó el cabello perfectamente peinado y luego
stos hombres! ¡Están tratando de lastimarme!
de terror e inocencia,
odio que nunca había visto dirigido hacia mí. Miró de Harper, sollozando dramáticamente en
e Harper, tománd
ente eres un monstruo. No puedes soportar la idea de que yo te
r, por hacerle ver la verdad. Pero no estaba escuchando. Sus ojos est
la silla de ruedas, mis piernas destrozadas gritando en protesta m
u voz fría y desprovista de toda human
strando mis piernas rotas, mi
vor! ¡No me dejes aquí
mi inminente perdición, se ins
isa áspera
unos vagabundos inofensivos. Una noche
y salió de la habitación sin mirar atrás. La
scivos, comenzaron a acercarse. Sus dientes amarillentos brillaron en la p
s, su aliento caliente y fétido en
brutal. Mis piernas, inútiles y rotas, no ofrecían escapa
ugusto! ¡Por f
afuera, una celebración de alegría mientras mi mundo descendía al infierno.
e, una agonía abrasadora que me desgarraba el cuerpo, mucho peor que cualquier fuego, cualquier hueso roto. Sentí un chorro c
de mí, rezando por el olvido. Por la muerte. Cual