Su Arrepentimiento, Mi Libertad No Comprada
vista d
fosas nasales. Otra noche, otra lucha por mi vida. Los médicos habían trabajado toda la noche, sacánd
completamente derrotado. Tenía los ojos enrojecidos, su traje arrugado. Su pre
beza, su mira
tu medicamento? ¡Casi mueres de nuevo!
i voz rasposa-. Cuando me est
ros se h
fue nada. Solo estrés. Tenía que e
quía de preocupación. Mi vida siempre era m
y persistente. Ya no era el dolor agudo y penetrante de la traición, solo un entumecimie
de adrenalina, agarré la pequeña bolsa de tranquilizantes que había cambiado por mi medicamento para la alergia. Con todas mis fuerza
s. Miró las pastillas, luego a mí, su rostr
nzó, su voz ape
z temblando de rabia-. Reemplazaste mi medic
sus ojos llenos de una súpl
icieras nada imprudente. Harper estaba mu
egó. No
í, las piezas encajando-. Siempre enc
o estaba preocupada por el bebé. Dijo que eras demasiado
o el tema, segu
a brotó de mi pec
bo? -me ahogué, la risa convirtiéndose en sollozo
n de lágrimas, su m
digas eso. Puedo arr
nto, una enfermer
Harper lo está busca
o y la puerta. Dudó por un largo y agonizante
llí en un
s llenos de una mezcla de arrepentimiento y a
tras cerraba la puerta, las p
solo una excusa para su ausencia. Todos me decían que fuera paciente, que aguantara, que él volvería. Decían que valía la pena lucha
opa de diseñador, joyas raras, flores exóticas. Un desfile de enfermeras, con
ró una, reacomodando un ramo de rosas carmesí-.
. Estaba comprando la absolución. Eran reparaciones, un intento desesperado de borrar su culpa, de suavizar sus crímenes
léfono. Er
del hospital mañan
e, sin dejar lu
os se convirtieron en una hora. No estaba allí. Nunca lo estaba. Justo cuando el familiar
aba hacia mí. Un grito primario se desgarró de mi garganta mientras el mundo giraba, y fui lanzada hacia atrás, mi cuerpo golpeando el pavimento con u
deé, mi voz déb
na sala de emergencias. Otra vez. El ciclo de dolor, traición y casi muerte. A travé
a y fría-. Asegúrate de que su recuperación sea... prol
, probablemente su asistente, con vacilación-. Es
ue nunca antes le había oído-. Amenazó a nuestro bebé. Esto e
bía hecho esto. El asalto, las piernas destrozadas, el dolor agon
raición en mis oídos. Había intentado matarme. No una, sino dos veces. Y había lograd
s. No quedaba nada. Ni amor, ni esperanza, ni futuro. Solo una herida abierta donde solía estar mi corazón,