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El secreto de la guarida: La furia de la novia

Capítulo 4 

Palabras:998    |    Actualizado en: 14/11/2025

El

inodoro, con arcadas secas hasta que me dolieron los músculos. Los últimos días habían sido un borrón de sonrisas forzadas, conversaciones huecas y una agonía insoportable. Damián e

sonaban en mi mente: "Estás embarazada, Elena. De unas doce semanas". Doce semanas. Una vida c

ilencio sofocante. Era el Señor

s para usted. Parece que su... amiga... tiene una pres

lic. Era un blog privado, un diario en línea. Las palabras d

s, calificaciones perfectas, novio perfecto. Siempre lo tuvo tod

¿Lástima? Yo la había amado.

Me desea. Ella es tan aburrida, tan predecible. Él me lo dijo. Me dijo que solo le pro

e se me fue del rostro. Era esto. La verdad. La verda

miso. Lo odio. La odio. Él dice que quiere que yo sea su espos

La Guarida", sobre el regalo para la casa. Mi visión

que no podía resistirse. Ella es demasiado, d

Catalina, la había ayudado con la renta, le había prestado dinero, había celebrado sus pequeñas victorias como si fueran mías. L

eas. Era más profundo, más intenso. Una ola de mareo me invadió y me deslicé al suel

auto, el mundo gris y girando. Mis manos buscaron a tientas el encendido, mi visi

ndo mi cuerpo, lanzándome hacia adelante. Mi cabeza golpeó algo duro. Pero incluso en esa fracción de segund

uri

hospital. Me palpitaba la cabeza, un dolor sordo detrás de mis ojos. Damián estaba

do! -Corrió a mi lado, su voz cargada de emoción

una enfermera, su voz suave-. Estaba frenético. Incluso intentó detener el tráf

un feo moretón florecía en su antebrazo.

ía perdido a ambos. A nuest

e convencieron. Casi. Pero el blog de Catalina, el

tentos de consuelo-. Quiero presentar una denuncia. Recuerd

án, ya pálido, se

llo. Esto es demasiado para ti en este momento. -Inte

ndo fuerza-. Quiero prese

ello de pánic

de que paguen. Usaré todos mis recursos. Déjam

éfono. Miró la pantalla, luego a mí, una másca

Salió de la habitación, sus movimientos apresurados, dejando un le

ra nada comparado con la agonía de mi alma. Me puse la bata del hospital, mi cuerpo todavía adolorido, pero impulsa

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