Destinos errantes
lia
inos. Durante casi dos años pelearon ferozmente por mi custodia; mi madre ins
ro en aquel entonces, ella no era más que su secretaria. Al poco tiempo, se casaron, y nos mudamos co
fono y verlo una vez al año. Recuerdo la primera vez que lo visité bajo esas condiciones. Me abrazó con fuerza, derramando lágrimas mientras me decía cuánto
acío constante. No tenía a nadie con quien hablar, y mi padre y su familia habían desaparecido casi por completo de mi mundo. Tampoco
io, no perdía oportunidad para dirigirme palabras crueles. Me regañaba constantemente, ya fuera durante el desay
ecta. Mara era una chica tímida y callada, encantadora a su manera, pero carente del coraje necesario para enfrentar la vida. Algunas veces la defendí de las chicas c
reía que mi infierno en la casa de los Duarte estaba llegan
en Filosofía y Letras. Su facultad estaba justo al lado de la mía. Adoraba leer y perderme entre cientos de libros;
toda la universidad; el sueño de cualquier chica. Además, estar con él traía muchos beneficios,
taba a salir. Hasta ahí todo bien. Pero un día, Esteban me pidió que fuera su novia. Aunque me gustaba,
aceptara la propuesta de Esteban. "De lo contrario, este año no visitarás a tu padre", sentenció. En ese momento, lágrimas comenzaron a correr por mis
quedaba era una amarga sensación de obligación. Acepté ser su no
un año como pareja. Con mucho esfuerzo, Esteban respetó mi decisión de no tener sexo con él.
eres la novia ideal. No me satisfaces como hombre, así que tuve que buscar en otros brazos lo que tú n
ecuencias de mi decisión. Sabía que esto enfurecería a mi padrastro. Ta
rmanitos. Los extrañaba tanto que una lágrima tra
junto a mi madre, de huir a un lugar lejano donde nadie pudiera enco
ajo y ahorrar suficiente dinero. Solo entonces podría pensar en huir de esa casa que tanto d
nder, sonriendo al notar q
icé el vaso entre mis dedos
mientras dejaba un vaso ll
dí en seco, sin
a un chaleco de mezclilla sin nada debajo, dejando a la vista los músculos marcados de sus brazos. Su rostro tenía facciones cuadrada
ijo, mirándome con una e
iera lo mismo que Esteban? ¿Y si me divirtiera a más n
l bartender o no, sentí la mirada de alguien
ción. Cerré los ojos con fuerza, pensando que el alcohol empezaba a j
eleste y un pantalón de vestir gris, un atuendo poco común para un bar como este, pero que le queda
sonrisa, un
divertido. Unos momentos después, ya
adeando ligeramente la cabeza
ticulé si
hace solo unos minutos había escuchado otro nombre sali
llamas? -pregun
ntras su dedo índice rozaba mi hombro descub
te, me reí. Era obvio que también me estaba dando un
untó, ahora con un t
tamente embelesada po
Ahora estoy ocupado admirando la belleza de una hermosa dama -
rdiendo, y no por la cantidad de alcohol que había
seaba liberarme de todo lo que me ataba, de las decisiones que otros tomaban por mí. Si Esteban quería estar con otras chicas, ¿por qué no simplemen
nadie tenía que enterarse de l
una mezcla de curiosidad y determinación. Parecía un hombre decidido, alguien que sabía lo
eré -dijo, percibiendo la
hasta aquí: Esteban, mi padrastro, mi madre. Y entonces lo deci
dí, intentando mant
za, un gesto que despertó en mí emociones que nunca antes había experimentado. Era todo nuevo,
ada. Una sensación extraña se apoderó de mí, una mezcla de nervios y expectación. No
bien, este es un pequeño anticipo de lo que te haré sentir una
nsión se disipara mientras avanzábamo
voluntad, tomando una decisión solo para mí, sin importar lo que pensaran los demás. Aun así, no podía evitar que lo