Destinos errantes
lia
parque. Para mi sorpresa, era mucho más agradable de lo que había
auto, me sentía mucho má
ptó mi atención-. Si no fuera tu hermanastr
va al escucharlo. Él soltó una r
, es muy incómodo -dije, sintiendo c
s caminábamos. Su altura hacía que s
lar en una carcajada al ver cómo mi rostro entero se te
creíblemente atractivo y su presencia resultaba magnética. Claro que había disfrutado aque
esa diversión despreocupad
miento, ni siquiera podía permitirme pensar en eso, de solo imaginar que Lore
.
carme. Sentí una especie de vacío en el pecho, pero decidí ignorar
para tomarlo debía caminar dos kilómetros por una larga carretera hasta salir del frac
s espaldas, y me gi
milia? -era l
ro caminar -respondí, int
jo, encogiéndose de hombros
to de Mara hasta que
.
ntido intentar entrar; el maestro no me lo permitiría. En su lugar, deci
-su voz, con un toque de burla
dí, sin apartar la
gar de casa a la escuela? -
utos -respond
golpe junto a mí, sentado sobre el césped. Estaba tan cerca que podía percibir
o no era más que Emilia, la hijastra no deseada de un empresario sin escrúpulos. No podía confiar en él. Así como ahora parecía div
raerte -dijo, en tono serio, mientras jugueteaba con las briznas
ojos marrones acercarse con pa
tipa? -dijo Marcela en tono de
a en que le hablaba. Esteban, en
uria contra Marcela, me levanté rápidamente y recogí mis cosas
len sus diferencias de p
cuché su voz detrás de m
discutiendo. Sin darme cuenta, había avanzad
de la mano para dete
tes de que comenzara a arrastrarme
vamos? Ten
inación, llevándome de la mano a paso rápido. Las miradas curiosas de los
universidad, donde las parejas solía
faltar a mis cla
blar contigo -replicó con firmeza,
ccedí, cruzán
. Nos sentamos en una, y él apoyó los codo
-dijo de repente, sin preámbulos-. A cambio de un contrato por diez
de sostener la suya. Una mezcla de vergüenza y tristeza me invadió; mi pad
té, con un hilo de v
a ponerme de pie. Su mirada penetró en l
de tenerte conmigo... -su voz era grave y sincera-. Pero estoy aquí
la cintura. Sus frentes chocaron suavemente, y el calor de
a vez que me acerco te pones nerviosa y tratas de evitarme. Si esa era la razón que te imp
mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies. No me di cuenta de en qué momento mis bra
rdar su rostro. Esa duda seguía clavada en mi mente
o retrocedió. En cambio, sentí cómo su ag
ré que todo se viniera abajo. Perdóname, Emilia. Desde que te conoc
ose con una calidez que hacía tiempo no sentía. Esteban rara vez se
ad de demostrarte
había obligado a ser su novia, sentía algo por él. Su abrazo era cálido y reconfortante, una
n la voz entrecortada, intentando procesa
n gesto tan íntimo que me hizo
nas un susurro mientras su respiración se volvía m
tir todo lo que sentía en ese instante. Mis manos, como si tuvieran vida propia, se aferraron a su cuello, mientras una cor
ndo entrecortadamente. Su mirada estaba fija en la mía, y no pude evitar sentir u
rmullo. Bajé la mirada y di un paso
ejas frunciéndose con preocu
tamente, intentando reun
o decirte... -comencé
illa y levantó mi rostro con s
dijo con firmeza-. Lo único que
er
mis labios-. El pasado no importa. Lo único que qu
mi pecho. Las palabras estaban atrapadas en mi garganta, luchando por
omento", pensé, int
rmuré finalmente,
manos entre las suyas, e
. Prometo que no
que había ocurrido con Álvaro. Pero al mismo tiempo, no quería perder lo que t