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Destinos errantes

Capítulo 5 Ser sinceros

Palabras:1701    |    Actualizado en: 29/10/2025

lia

parque. Para mi sorpresa, era mucho más agradable de lo que había

auto, me sentía mucho má

ptó mi atención-. Si no fuera tu hermanastr

va al escucharlo. Él soltó una r

, es muy incómodo -dije, sintiendo c

s caminábamos. Su altura hacía que s

lar en una carcajada al ver cómo mi rostro entero se te

creíblemente atractivo y su presencia resultaba magnética. Claro que había disfrutado aque

esa diversión despreocupad

miento, ni siquiera podía permitirme pensar en eso, de solo imaginar que Lore

.

carme. Sentí una especie de vacío en el pecho, pero decidí ignorar

para tomarlo debía caminar dos kilómetros por una larga carretera hasta salir del frac

s espaldas, y me gi

milia? -era l

ro caminar -respondí, int

jo, encogiéndose de hombros

to de Mara hasta que

.

ntido intentar entrar; el maestro no me lo permitiría. En su lugar, deci

-su voz, con un toque de burla

dí, sin apartar la

gar de casa a la escuela? -

utos -respond

golpe junto a mí, sentado sobre el césped. Estaba tan cerca que podía percibir

o no era más que Emilia, la hijastra no deseada de un empresario sin escrúpulos. No podía confiar en él. Así como ahora parecía div

raerte -dijo, en tono serio, mientras jugueteaba con las briznas

ojos marrones acercarse con pa

tipa? -dijo Marcela en tono de

a en que le hablaba. Esteban, en

uria contra Marcela, me levanté rápidamente y recogí mis cosas

len sus diferencias de p

cuché su voz detrás de m

discutiendo. Sin darme cuenta, había avanzad

de la mano para dete

tes de que comenzara a arrastrarme

vamos? Ten

inación, llevándome de la mano a paso rápido. Las miradas curiosas de los

universidad, donde las parejas solía

faltar a mis cla

blar contigo -replicó con firmeza,

ccedí, cruzán

. Nos sentamos en una, y él apoyó los codo

-dijo de repente, sin preámbulos-. A cambio de un contrato por diez

de sostener la suya. Una mezcla de vergüenza y tristeza me invadió; mi pad

té, con un hilo de v

a ponerme de pie. Su mirada penetró en l

de tenerte conmigo... -su voz era grave y sincera-. Pero estoy aquí

la cintura. Sus frentes chocaron suavemente, y el calor de

a vez que me acerco te pones nerviosa y tratas de evitarme. Si esa era la razón que te imp

mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies. No me di cuenta de en qué momento mis bra

rdar su rostro. Esa duda seguía clavada en mi mente

o retrocedió. En cambio, sentí cómo su ag

ré que todo se viniera abajo. Perdóname, Emilia. Desde que te conoc

ose con una calidez que hacía tiempo no sentía. Esteban rara vez se

ad de demostrarte

había obligado a ser su novia, sentía algo por él. Su abrazo era cálido y reconfortante, una

n la voz entrecortada, intentando procesa

n gesto tan íntimo que me hizo

nas un susurro mientras su respiración se volvía m

tir todo lo que sentía en ese instante. Mis manos, como si tuvieran vida propia, se aferraron a su cuello, mientras una cor

ndo entrecortadamente. Su mirada estaba fija en la mía, y no pude evitar sentir u

rmullo. Bajé la mirada y di un paso

ejas frunciéndose con preocu

tamente, intentando reun

o decirte... -comencé

illa y levantó mi rostro con s

dijo con firmeza-. Lo único que

er

mis labios-. El pasado no importa. Lo único que qu

mi pecho. Las palabras estaban atrapadas en mi garganta, luchando por

omento", pensé, int

rmuré finalmente,

manos entre las suyas, e

. Prometo que no

que había ocurrido con Álvaro. Pero al mismo tiempo, no quería perder lo que t

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