Destinos errantes
lia
maba mi mano sin pedir permiso, como solía hacer antes, cuando apenas había contacto físico entre n
abían dejado de ser un campo de batalla. Algo me decía que Álvaro había hablado con él sobre este asunto. Una tarde, Lorenzo incluso me sorprendió dándome dinero para comprar lo que
la explanada de la facultad. Platicábamos animadamente sobre las clases y sobre q
ientras caminábamos hacia el jardín. Tenía que e
dramáticamente,
a carrera - dijo haciendo una mueca de frustración. - Pero bueno, mis padres me mata
os. Había tantos libros que co
epsut, la primera mujer faraón de la que se tiene registro en la historia de Egipto. Era la hija de Tutm
o y luego puso los ojos en bla
oltó con tono sarcástico, juntando
s haría una tarea por nadie, mucho menos ahora que estábamos tan cerca de graduar
unos brazos masculinos y familiares rodeaban mi
equeña Ada d
miento delicioso que recorrió todo mi cuerpo. Solté una risita al
nada, posé mis labios sobre los suyos en un beso suave pero lleno de emoción. Esteban respondió con intensidad, rodeándome
con Lorenzo, las dudas que aún me rondaban en la cab
orar! - exclamó Gabriela, observándonos con cara d
ue habíamos decidido darnos otra oportunidad, fue la primera en criticar mi decisión. Intenté explicarle cómo habían sucedido las cosas y por qué lo ha
mente divertido. Se apartó ligeramente de mí
espondió entre risas, refi
ió el ceño, aú
steban. No me caen bien - re
sos suaves en la sien, gestos que yo acepté con una pequeña sonrisa. - Para compensar, las invito a la inauguración del antro de un amigo de
ueó una ceja
itar a Marcela - esp
también tensara ligeramente los ho
rmeza, su expresión ahora más seria. - Emilia sabe
vuelvas a romper el corazón a mi amiga -
vo su mirada
lo tengo ojos para Emilia - dijo antes de girar
spiró con r
ondió finalmente, aunque su tono
ban le sacó la lengua en un gesto infantil. Para su frustración, él simplement
comentó Esteban, burlándos
arecer en cuestión de segundos. Esteban aún tenía esa s
es un caso,
quiere lo mejor para mí - respondí con sinceridad, aunque
tió, como si
ue esforzarme más para
an Ca
sombra y tranquilidad. Emilia encontraba consuelo en la naturaleza, especialmente cuando tenía un libro e
ndo desaparecía, y en su lugar solo quedábamos nosotros. Me inclinaba hacia ella, aspirando el aroma de su cabello, floral y dulce, un recordatorio co
que mi voz acariciara su nomb
s me enervaba. Aún no entendía completamente cuánto poder tenía sobre mí. Su piel, pálida y suave, se sonrojaba co
to de exclusividad por diez años con su empresa? -pregunté, mi tono neutral, casi g
a mirada como si cargara una culpa secreta.
obligando a estar conmigo? ¿Con qué te chantajea? -Mi voz sali
brieron de ma
-respondió apresuradamente, pero algo en s
lo, acariciándolo con suav
as tan fría conmigo, ¿verdad? -De nuevo, su silencio
irada, y eso solo alimentaba mi
ese contrato es porque yo le pedí que lo hiciera, por nosotro
rodillas frente a mí, sujetando mis manos con f
mi vida, siempre diciéndome que no podré ver a mi papá si no hago lo que él quiere. Solo lo veo una vez
te. No era compasión. Era una furia contenida que ardía en mi pecho.
fuerza. Mi promesa fue tan firme c
e hará daño nunca más.
s ojos buscaron res
, con un tono de voz t
a que intenté que par
debido tiempo. S
el que podía saborear su suavidad. Emilia era mía. Y si tenía que de