icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Destinos errantes

Capítulo 4 Infiel

Palabras:1873    |    Actualizado en: 29/10/2025

lia

stras miradas se cruzaron, una sensación de culpa se instaló en mi pecho al recordar lo de la noche anteri

una palabra. Ni un "buenos días" ni algo parecido. Su

rayecto era incómod

yer -dije, finalmente rompiendo el hielo. Mi mirada estaba

lo negra, pantalones de mezclilla azul y unos deportivos negros. A pesar de su atuendo sencillo, Esteban siempre

ías a la universidad? -soltó,

utobús, ¿sabías? -repliqué, esta

apar una ri

sen? Emilia, tu personalidad llama demasi

cabello teñido de rojo o a algo más, pe

spacios vacíos frente a su facultad. La mía estaba

o era su forma de castigarme. Por una parte, agradecía todas las atenciones que tenía conmigo si fuera un patán ni siquiera se hubiera tomado la molestia de

buen día, Esteban -dije

briela, mi mejor amiga desde el primer año de universidad, agitaba la mano con entusiasmo. Ella estudiaba filosofía y letras no por amor a la lectura, sino porque sus padres eran peri

me dejé cae

su pelea. ¿Es cierto? -preguntó en cuanto me senté. Su tono era tan curioso como preo

intentando apare

ntonces -respondí, e

erior. Habíamos ido a la fiesta de aniversario de la facultad de Economía, donde Esteban

chó un momento en que me quedé sola para acercarse y restregarme en

o. Terminamos porque él ni siqui

los ojos llenos de una empatía que, por

ban teniendo problemas en su relación -dijo Gabriela

risteza, negand

con Marcela -musité en voz

egundo, pero luego su rostro se t

clamó, alzando la voz, pero

al salón. Gabriela, consciente de la situación, se llevó la

r del todo su curiosidad. Era evidente que había escuchado lo que Gabs alcanzó a gritar

.

ro D

manastra. Aunque lo supiera, no podía negar cuánto me atraía. Era una atracción irracional, peli

mí. Había algo perturbadoramente satisfactorio en eso. No podía evitar imaginar la cara de su madre si se enterara de lo que ocurrió entre nosotros. De a

ntos personales que atender, pero la realidad era otra. Necesitaba hablar con Emilia. No solo para asegurarme de que guardara sile

o. Todo debía seguir en orden, sin errores, sin desvíos. Pero, aun con esa certeza, había algo en mi interior que me i

.

lia

tar el día soleado de primavera bajo la sombra de nuestro árbol favorito. Frente a nuestra facultad había un jardín en

embargo, al levantar la vista, me llevé una sorpresa: Esteban y algun

mismo que yo? -sus

io, con el estóm

alón. Tal vez está esperando que term

nuevo, sin

uvimos la última clase -respon

mo Gaby me apretaba

para acá! -gritó en un susurro

quería demostrar? ¿Que no me necesitaba? ¿Que ya tenía a mi reemplazo? Después de la mañana que t

ión. Un auto se detuvo en el estac

surada, guardando mi libro en la mochila mient

ue acababa de llegar y vio

ico tan guapo? -p

nte, aunque no estaba segura

brió la puerta del copiloto para mí. Subí de inmediato. Él regresó al asiento del conductor, encendió el auto y ace

se detuvo frente a una plaza cercana a la un

ranquila y mucho más suave que la de antes-. Creo que el destino nos jugó un

é res

más no

r -sugirió, sal

ero. Bajé y comenzamos a caminar uno junto al otr

n Esteban Cazares? -p

do la mirada. Pensar en Esteban me provocaba una ext

resarán? -insistió, con un

tra chica, y ella dice

í. Su mirada penetrante se clavó en la mía

sinceridad. Luego añadió-: Te daré un consejo. No necesitas quererlo para estar con él. Que se

ño y me cruc

icia a tu padre

ió con

algo que papá podría concederte: un coche para ir a la universidad, dinero, un viaje... O tal vez

mo una idea que no podía ignorar. Había

sité, más para

aro no gritaba ni exigía como mi padrastro. Había un pragmatismo inquietante en sus palabras. La pr

Obtenga su bonus en la App

Abrir