Mi corazón agonizante, sus votos crueles
vista d
solo sonidos; eran recuerdos, robados y pervertidos,
blancos mientras me aferraba al metal frío. Las lágrimas corrían por mi rostro, ca
o una oración. Había tratado mi cuerpo como un templo sagrado. Ahora, estaba profanando ese recuerdo, convirt
mo de carretera, un pedazo de basura desechado a un lado del camino. Simplemente me
ro bajó y apareció el rostro de Kiara. Se veía sonrojada, su lápiz lab
su tono el que una reina podría
olor. Abrí la puerta trasera y me deslicé dentro. El aire interior era denso, empala
rándose lánguidamente. "¿Y si
se convirt
ces lo tendremos", dijo, su voz cargada de una profunda y poses
cio. Todo lo que podía oír
h
h
ano descansando en mi vientre plano. "Una con tus ojo
abía preguntado, trazando
padre", se había reído, acercándo
mo una historia de otra vida. La suave caricia de sus palabras se había converti
te más", ronroneó Kiara, su vo
asalto constante y demoledor a mi cordura. Cuando finalmente llegamos a la mansión, desaparecieron en su dormit
la extensa propiedad. Pero no importaba. Los sonidos parec
mientras una ola de náuseas y dolor me invadía. Apenas llegué al inodoro antes
celebración carnal, de alegría hedonista, del potencial de una nueva vida. Adentr
inaje. Me convertí en una prisionera en mi propia habitación, mis únicos c
an abrupta, tan inusual, que fue desconcertante. Salí sig
aba la nariz y la estufa era una zona de desastre. Elías estaba sentado en la enor
l verme. Su tono era condescendiente. "¿Q
je suavemente, gi
etuvo. Era baja y autoritaria.
é, mis pies silenciosos sob
ero estaban quemados en los bordes y líquidos en el centro. Un troz
io un bocado a los huevos
guntó Kiara, su voz esperan
a con una ternura que hizo que mis propias mejillas ardieran
an violentamente que sen
ervía un simple plato de pasta. Había dado un bocado, sus ojos cerrándose en un éxtasis exagerado. "J
gentil, se le daba a un plato de basura quemada. No se
guntó Kiara, sus ojos agudos y mal
sabor a huevos quemados y sal era acre en mi boca, y una ola de náuseas subió por mi
baño", murmuré, empujan
dor antes de toser violentamente, escupiendo un chorro de
, tratando de lavar la eviden
rlo elogiarme, verdad? ¡Tienes que arruinarlo todo!". Las lágri
Kiara, vio mis intentos frenéticos de limpiar el lavabo,
r alrededor de los hombros temblorosos d
ada helada s
oz goteando disgusto. Me miró como si yo fuera la criatura más patética de la tierra
os guardaespaldas que habían apar
e la man