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Mi corazón agonizante, sus votos crueles

Capítulo 4 

Palabras:1231    |    Actualizado en: 28/10/2025

vista d

solo sonidos; eran recuerdos, robados y pervertidos,

blancos mientras me aferraba al metal frío. Las lágrimas corrían por mi rostro, ca

o una oración. Había tratado mi cuerpo como un templo sagrado. Ahora, estaba profanando ese recuerdo, convirt

mo de carretera, un pedazo de basura desechado a un lado del camino. Simplemente me

ro bajó y apareció el rostro de Kiara. Se veía sonrojada, su lápiz lab

su tono el que una reina podría

olor. Abrí la puerta trasera y me deslicé dentro. El aire interior era denso, empala

rándose lánguidamente. "¿Y si

se convirt

ces lo tendremos", dijo, su voz cargada de una profunda y poses

cio. Todo lo que podía oír

h

h

ano descansando en mi vientre plano. "Una con tus ojo

abía preguntado, trazando

padre", se había reído, acercándo

mo una historia de otra vida. La suave caricia de sus palabras se había converti

te más", ronroneó Kiara, su vo

asalto constante y demoledor a mi cordura. Cuando finalmente llegamos a la mansión, desaparecieron en su dormit

la extensa propiedad. Pero no importaba. Los sonidos parec

mientras una ola de náuseas y dolor me invadía. Apenas llegué al inodoro antes

celebración carnal, de alegría hedonista, del potencial de una nueva vida. Adentr

inaje. Me convertí en una prisionera en mi propia habitación, mis únicos c

an abrupta, tan inusual, que fue desconcertante. Salí sig

aba la nariz y la estufa era una zona de desastre. Elías estaba sentado en la enor

l verme. Su tono era condescendiente. "¿Q

je suavemente, gi

etuvo. Era baja y autoritaria.

é, mis pies silenciosos sob

ero estaban quemados en los bordes y líquidos en el centro. Un troz

io un bocado a los huevos

guntó Kiara, su voz esperan

a con una ternura que hizo que mis propias mejillas ardieran

an violentamente que sen

ervía un simple plato de pasta. Había dado un bocado, sus ojos cerrándose en un éxtasis exagerado. "J

gentil, se le daba a un plato de basura quemada. No se

guntó Kiara, sus ojos agudos y mal

sabor a huevos quemados y sal era acre en mi boca, y una ola de náuseas subió por mi

baño", murmuré, empujan

dor antes de toser violentamente, escupiendo un chorro de

, tratando de lavar la eviden

rlo elogiarme, verdad? ¡Tienes que arruinarlo todo!". Las lágri

Kiara, vio mis intentos frenéticos de limpiar el lavabo,

r alrededor de los hombros temblorosos d

ada helada s

oz goteando disgusto. Me miró como si yo fuera la criatura más patética de la tierra

os guardaespaldas que habían apar

e la man

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