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Mi corazón agonizante, sus votos crueles

Capítulo 3 

Palabras:1086    |    Actualizado en: 28/10/2025

vista d

su rostro se desvaneció, reemplazado por un destello de furia pura e inalterada.

ñó, su voz como el chasquido de

ro torcido en una máscara de despreci

Mis piernas se sentían débiles, todo mi cuerpo temblaba. "Elías, solo q

cioso que he oído en todo el año". Se acercó a mí, su sombra cayendo sobre mí, envolviéndome.

u cuerpo, el olor de su colonia mezclándose con la tierra húmeda. S

sa. Puntos negros da

ro a centímetros del mío, sus ojos ardiendo con un dolor tan profundo q

ché. No me defendí. Un pensamiento extraño y sereno flotó a través del pánico: Q

a comenzaba a deshilachar

s pulmones. A través de mis ojos llorosos, lo vi. Un destello de algo en los suyos. No era piedad. Era un

si todavía había una parte de él que no po

ó el momento. Se acercó trotando, pasando su brazo posesivamente por e

ido, encerrada. Se apartó de mí como si yo fuera un pedazo de basura en el su

"Vámonos", le dijo

uejó ella, apoyándose en él. "E

la soltó una risita y se subió. Él se levantó sin esfuerzo, llevándola

sando en su hombro. La imagen era un cuchillo, retorciéndose en

o, y él me había cargado montaña abajo así. Se había quejado todo el camino, bromeando s

ruñó con una sonrisa. "Voy a tener que empezar a h

ndo. "¡No le hagas caso, Jimena! Le enca

nura- se había ido. Todo le pertenecía a

a, obligándome a ponerme de

me miró por encima del hombro,

con

u presencia por más tiempo", escupió, cada palabra un dardo con pu

una prisionera siendo escoltada de regreso a su celda. Tenía la sensació

ara, ahora en el asiento del pasajero, estaba encima de Elías, su

a para que la oyera claramente. "Ha pasado tant

, para. Estoy conduciendo". Su voz era un gruñido

linó para susurrarle algo al oído. Su mano se

en el volante. Vi su garganta mov

or, encontrándose con los míos. No había cali

olante, deteniendo el auto en e

us ojos estaban oscuros, su voz

jat

se heló.

su voz bajando a un sus

i abrigo. Lo miré fijamente, mi coraz

e una impaciencia venenosa. "No

l arcén de grava. La puerta del auto se cer

itaba ver. Sus suaves gemidos, sus gruñidos guturales, el crujido rítmico de la suspensión...

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