El Legado
años
ct
en presentarnos Dante y yo, aunque él llegará una hora después; continuaba en clase, hoy era
más. Saqué el celular para marcarle al fornicador; no sé cómo no se le desgastaba el pirulo con tanto uso. Cada vez que hacía
-volví a i
y no lo vi. ¿Dónde se habrá metido? Llamé a D
ase, Victori
emás no trajo su carro. El mismo tiempo restante para terminar las clases le falta a En
ónde puedes
no te desvíes, dir
casona, ella no vino a estudiar. -Me
a. Caminé al área administrativa, en alguna parte debía de estar Enrique moviendo el pito. Antes de llegar, lo
ONT
nov
qué hacen aquí? Se graduaron hace algunos años. Además, desde hace un par trabajan en las empre
ol
leas? Ya que n
es amigos, por un tiempo pensé que se enamorarían, pero nada de eso pasó. Enrique nos quería a todas las chicas, el grupo de amigo
dolió. Esa vez casi como popo de vaca, además de tragarme las ganas de llorar por su rechazo al momento de ped
s por él. Y el reto fue; besar a Enrique o comer excremento de vaca. Apenas tenía diecisiete años. Cuando me acerqué a comentarle el
irección. No lo encontré en la sala donde se reunían todos
riq
ic. ¿Qué
pedirte,
antalón, mis manos sudaban. Nos encon
Cl
ro esc
esto muy r
emento de vaca. -soltó
igmático, cordial, hasta que lo ofendían o se metían con su familia. Era inteligente, por otro lado, me deleitaba al contemplarlo leer; sus lentes lo hacían lucir irresistible par
avor, si te mencion
, cué
arte. -de
ras hasta en las hojas. Tal vez no sea el más bello de los rostros; no obstante, es el mío. Sabemos que no hay quien le gane a Roland pelea
la misma edad, pasamos todo el tiempo juntos. En la escuela, no era por nada, los cuatro nos destacá
les temían a las dos moles; donde uno era el mariscal de campo, el otro su sombra. Mis dos hermanos eran inseparables. Y a eso debo sumarle que Liam suele ponerse celos
nqui
Khleo; era un par de años mayor a las Moreno. Una estadounidense con rasgos turcos era preciosa, d
o. Escondí mi vergüenza, ahora solo asumir el reto con dignidad. ¡Mierda! Ahora a comer excremento. T
gué ante el come
ima
a. Vamos a l
derecho en dirección a los corrales, crucé la mirada con Enrique. Llegamos a los corr
esto, ¿cie
te comer el excremento del Orión, el hijo
ofundo. Antes de llevarme el ex
n suave manotón arreba
ía el beso
e nosotros con su acostumbrada altivez, su cabello negro corto hasta las
o. ¿La beso y no la obli
, no un pico. -Otra vez se
es retira