SENTENCIA DE LUNA
e tiñó l
ra la
destrozada, la mirada vacía clavada en el
anada de aire. Sus piernas temblaban, su piel era u
toda
ho, aplastándola. El hedor de la sangre fre
lo habí
filo desesperado del miedo, el estruendo de su cor
, la lib
tes, había sido
era una
había d
do había
de ella. Un susurro de temor. Un estrem
a m
zado sobre ella como carroñeros- ahora la observ
no era l
una a
ro surcado de cicatrices, entornó los
eresa
rañado pegado a su rostro manchado de sangre. Se pasó la lengua p
son
a, salvaje, herm
subest
cio explo
o siguió. Las garras resplandecieron
ara no er
e del pelaje enemigo contra su piel. Se agachó, rodó, se impuls
asia
iado p
de la traición. Su energía era
día ve
o
ió en su mente
bre
sc
a otr
rugió baj
ra co
o era u
un de
era un golpe de guerra. Cada r
iedo lo que
sed de v
Pero el bosque la reconocía, la aceptaba, la protegí
negados estallaron tra
ven
epó rocas, se deslizó e
s l
la manada qu
pasado que qu
re goteaba de sus heridas. El hambre era un monstruo
ara seguí
vidara. Aunque la Luna
o se re
*
saron como sus
a un lugar para los débile
a dormir con un ojo abierto y las uñas listas. Cada día era una
na presa con sus propias m
e permitió
ad ya no er
el rocío congelaba su piel y el hamb
tando sentencia sin un temblor en su vo
vimiento donde el fuego de
insoportable, Nayara alzaba los
rillando silenciosa, inm
urro de la diosa antigua, la caricia invisible
río calaba hasta los huesos y la soleda
rande, majestuoso, inmóvil sobr
llaban como dos lunas
, el corazón le m
era un renegado y no p
la tierra misma lo hubiera esculpido. No ll
l aroma de
torno a ellos trajo
es, el lo
e un trueno lejano, cargado
ás sola,
idos la atravesó como un relámpago. La pie
que sintió ,su lo
ella desde que la sentenci
por qué- que su historia no había term
N
estaba c