SENTENCIA DE LUNA
ido era un cemen
timero que parecía arrancado de las mismas entrañas de la Tierra. La humedad del suelo se filtraba en su p
ayara n
cían sus
ofundo que cualquier herida abierta en su piel. No era el dolor físico e
ompañero
prometió ser su h
había c
como una paria sin una sola prueba.
or
er tanto odio, tanta ind
lir, quemarlo todo, arrasarlo todo. Pero antes de que pudiera
ido en l
stinto de supervivencia encendiendo
. Su respiración se
va en su interior, gruñó
ayara n
toda
s surgieron en
mero
go o
tal, brillando como
de sangre rancia, de violencia gratuita-
pero vacíos de alma, s
stias ha
ande, sucio, cubierto de cicatrices como trofeos de su v
ó con una voz áspera y venenosa-.
, un coro de hien
a no s
sus sienes. Cada seg
día mo
n resp
in ve
ladeó la cabeza,
. -susurró, con una sonrisa ha
te escupió como
Sus uñas se clavaron en sus
mostrarí
, te mataré -escupió
soltaron carc
e oscuro y ojos podridos de mald
ua con sorna-. No deberías amenazar cuand
ubest
n er
o debilidad, dejando que su cabe
sp
sp
aliento fétido del
nces,
rganta con la fuerza de la desesp
vándose ambas manos al cuello,
a rodó por el suelo, esquivando un zarpazo que le
aje oscuro gruñ
eresa
se inc
Sangrando.
por la rabia cont
ién s
isa gutural y, sin más adverte
olmillos y garras. Nayara esquivaba, golpeab
entro de ella, des
on todo su peso, hundiendo las uñas en su cuello has
ran dem
los pulmones. Otro la derribó de espaldas. Un zarpazo rasgó
el hierro l
No caigas.
ndolo caer. Pero apenas pudo respi
a observaba
a... -gruñó, acercándose, relamiéndose
alto, cayó
o logró e
tra la tierra. Un rugido de
r la garganta, apreta
cachorra -le esc
vendrá
a tierra, luchando contra la oscurida
N
¡
lamor de su sangre, la furia tr
peración
uptura, alg
de Naya
ibró a su
e siempre había dormid
renegado s
jos cuando sintió el
ya era
ara
na rugió
plotó en luz
enizas del dolor, naciend
-ni su manada, ni sus en