Memorias quemadas, el ardiente regreso de una esposa
a Gar
do cualquier señal de que esto era solo una broma cruel, una amenaza para asustarme y someterme. Pero su ros
voz completamente desprovista de emoción. Estaba tratando esto como una
ficientes e impersonales. Solo seguían órdenes. Retr
rogué, mi voz quebrán
asintió a
nútil. Eran el doble de mi tamaño, entrenados para manejar la resistencia. Me arr
zaron la puerta para abrirla, el aire me golpeó: una nube espesa, dulce y sofoca
con llave detrás de mí. El clic del cerroj
rictora. Mis ojos se llenaron de lágrimas, difuminando los colores vibrantes de las orquídeas y las buganvillas en una neblina doloros
idad que era enloquecedora. Me arañé la piel, mis uñas dejando rastros sangrientos, pero no hizo nada
mis jadeos por aire cada vez más superficiales, más frenéticos. Gol
or favor! ¡D
raznido ronco e
das, la vida continuando como si nada. Él estaba allí dentro, probab
corazón de un gran arbusto de hibisco en flor, emergió un enjambre de abejas. Habían sido atraíd
losiones de dolor estallaron por todo mi cuerpo mientras sus aguijones perforaban mi piel. Me agité, tratando
pensamiento consciente fue para Leo. Mi dulce y silencioso niño. Iba a reun
ego,
roma estéril de un hospital. Tenía una vía intravenosa pegada en el dorso de mi mano, alimentando líquido
ecía cansado, su cabello ligeramente d
tes?", pregunt
i garganta demasiado
reflexivo e instintivo, pero su agarre fue firm
do de explicación. Una excusa. "O sobre tus alergias. Fu
iendo su deliberado acto de crueldad en un desafor
. Era un susurr
s de mí ahor
or? ¿arrepentimiento?, cruzó
unidas. "Desde lo de Leo... está convencida de que su espíritu la está atormenta
ba escuchando. La audacia
sonalmente al Templo de la Cumbre y rece por un amuleto de protección. Debes subir los mil escalone
l había intentado matarme, me arrastrara por una montaña de rodillas para rogar por
re un amuleto, ve tú a busca
ltima cosa por mí. Por el bebé. Una vez que Bárbara se sienta segura, una vez que nazca el bebé, te juro que la enviaré
o de luchar. Había terminado de decir que no. Porque estaba empezando a entender que
Los escalones de piedra se extendían hacia las nubes, una escalera brut
mis rodillas estaban en carne viva y sangrando. Para el quingentésimo, cada movimiento ascenden
y destrozado. Me arrastré los últimos metros hasta el santuario y acep
recuperar el aliento, cuando mi teléfono des
a este número, pero tengo noticias. Dos noticias, en r
sada. Nada podía ser peor d
do una laguna en su acuerdo prenupcial que le permitió presentarlo en otro estado sin tu firma. El divorcio se
su socia, su amante, la madre de su hijo, pero no su esposa. Todo el dolor, toda la traición... era inclus
i garganta. Eché la cabeza hacia atrás contra la piedra fría. "En