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Memorias quemadas, el ardiente regreso de una esposa

Capítulo 2 

Palabras:1845    |    Actualizado en: 30/09/2025

a Gar

fermera, a cada camillero, a cada médico que entraba en la estéril habitació

aranoide, provocado por un duelo extremo. Mi insistencia en la culpabilidad de Bárbara era simplemente un síntoma, una proyección de mi propia cul

amables y agarre de hierro entraba con

u medicaci

de la enfermera se endurecieron. Aparecieron dos camilleros corpulentos, sujetándome mientras ella me forzaba las pastillas en

hasta que se fueron, y luego escupí el desastre a medio disolver en el inodoro. No dej

vas, un hombre cuyos trajes a medida eran ta

i expediente sin mirarme. "Damián está muy preocupado. Podríamos

tros pacientes en la sala común. Las miradas vacías y atormen

a habitación que olía a antiséptico y miedo. Me aplicaron un gel frío

rmera en voz baja, su voz llena de un

los dientes. Vi al Dr. Cuevas asentir

ó contra las ataduras, cada músculo convulsionándose. Fue un fuego que quemó el pensamiento

stre tembloroso y dolorido. Me acosté en el delgado colchón, mirando al techo,

cuando la pue

su lado, aferrada a su brazo, estaba Bárbara. Se veía radi

moción. Acercó una silla, sentándose junto a mi cama como si fuera una visita nor

emente a no presentar cargos por los... incidentes en el funeral y

nciando a todos los derechos sobre nuestra empresa, nuestros bienes, nuestra vida entera juntos. Y una declaración, ya escrita, para

o que salió fue un gr

e mentí sobre todo, solo para que tu amante no prese

un concepto simple a un niño. "Piénsalo como un nuevo comienzo. Firmas, sales de aquí. Podemos decirle al

rfecta, tu nueva familia perfecta,

da por el CEO despiadado que sabía que se había convertido. "Firma los papeles, o te quedarás aquí. El

abo suelto que atar. La lucha se desvaneció de mí, reemplazada por un agotamiento tan profundo que sentía que estaba en mis hu

ien", s

nundó su rostro. Pe

cuidado. Me entregó una pluma, su mano guiando la mía hacia la línea de la f

sin sueños de puro colapso. Desperté en nuestra habitación. Alguien me estaba desvistiendo, una mano s

tando de ayudarme a po

to salvaje y loco, pensé que se estaba disculpand

cont

Eliana. Me obligaste. Si hubieras sido raz

ando. Por mi p

que terminara, mi cuerpo flácido e insensible. Me arr

ere por completo del shock", dijo, como si hablara del clima. "Una vez que e

o era solo otra táctica, otra forma de manejarme hasta que la salida

tenía un nuevo plan. Ya no se trataba de l

susurré, volviendo mi r

e vuelta a su esposa dócil y rota. Me dio un beso en la sien y s

enta y dolorosamente, me levanté de la cama. Me iría de

mis recuer

de abajo. Sonaba como si estuvieran moviendo muebles, o más bien, arr

abajo, mi corazón latiendo un rit

os de Leo desde el día en que nació, había desaparecido. La pared estaba desnuda, marcada con aguje

Bár

na, su mano descansando sobre su estómago. Era una fot

ngelada de horror, otro hombre pasó a mi lado, cargando una caja. A través de la parte superior abier

aciéndose de

ndo?". Mi voz era

n teléfono pegado a la oreja. M

Eliana. Es hora de m

ol finalmente se hizo añicos. "

Leo. Choqué con el hombre de la mudanza, haciéndolo tropezar hacia atrás. Se estrelló contra los

acababa de entrar en la habitación para admirar su nuevo santuario, estaba justo

tral. La sangre, sorprendent

ó a un lado con tanta fuerza que caí, mi cabeza golpeando la esqu

rrullando a Bárbara, su voz espesa de pr

le comprensión amaneciendo. "Las fotos. Sus

staba completamente en la

ría y despectiva. "Aferrarse a ellas no e

se de pie de un salto y corrí, no hacia él, no hacia Bárbara,

lor acre a humo y plástico quemado flotaba en el aire. Yaciendo en las cenizas, pude ver los restos carbonizados y derre

quemado a nuestro hijo hast

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