Memorias quemadas, el ardiente regreso de una esposa
a Gar
fermera, a cada camillero, a cada médico que entraba en la estéril habitació
aranoide, provocado por un duelo extremo. Mi insistencia en la culpabilidad de Bárbara era simplemente un síntoma, una proyección de mi propia cul
amables y agarre de hierro entraba con
u medicaci
de la enfermera se endurecieron. Aparecieron dos camilleros corpulentos, sujetándome mientras ella me forzaba las pastillas en
hasta que se fueron, y luego escupí el desastre a medio disolver en el inodoro. No dej
vas, un hombre cuyos trajes a medida eran ta
i expediente sin mirarme. "Damián está muy preocupado. Podríamos
tros pacientes en la sala común. Las miradas vacías y atormen
a habitación que olía a antiséptico y miedo. Me aplicaron un gel fríormera en voz baja, su voz llena de un
los dientes. Vi al Dr. Cuevas asentir
ó contra las ataduras, cada músculo convulsionándose. Fue un fuego que quemó el pensamiento
stre tembloroso y dolorido. Me acosté en el delgado colchón, mirando al techo,
cuando la pue
su lado, aferrada a su brazo, estaba Bárbara. Se veía radi
moción. Acercó una silla, sentándose junto a mi cama como si fuera una visita nor
emente a no presentar cargos por los... incidentes en el funeral y
nciando a todos los derechos sobre nuestra empresa, nuestros bienes, nuestra vida entera juntos. Y una declaración, ya escrita, para
o que salió fue un gr
e mentí sobre todo, solo para que tu amante no prese
un concepto simple a un niño. "Piénsalo como un nuevo comienzo. Firmas, sales de aquí. Podemos decirle al
rfecta, tu nueva familia perfecta,
da por el CEO despiadado que sabía que se había convertido. "Firma los papeles, o te quedarás aquí. El
abo suelto que atar. La lucha se desvaneció de mí, reemplazada por un agotamiento tan profundo que sentía que estaba en mis hu
ien", s
nundó su rostro. Pe
cuidado. Me entregó una pluma, su mano guiando la mía hacia la línea de la f
sin sueños de puro colapso. Desperté en nuestra habitación. Alguien me estaba desvistiendo, una mano s
tando de ayudarme a po
to salvaje y loco, pensé que se estaba disculpand
cont
Eliana. Me obligaste. Si hubieras sido raz
ando. Por mi p
que terminara, mi cuerpo flácido e insensible. Me arr
ere por completo del shock", dijo, como si hablara del clima. "Una vez que e
o era solo otra táctica, otra forma de manejarme hasta que la salida
tenía un nuevo plan. Ya no se trataba de l
susurré, volviendo mi r
e vuelta a su esposa dócil y rota. Me dio un beso en la sien y s
enta y dolorosamente, me levanté de la cama. Me iría de
mis recuer
de abajo. Sonaba como si estuvieran moviendo muebles, o más bien, arr
abajo, mi corazón latiendo un rit
os de Leo desde el día en que nació, había desaparecido. La pared estaba desnuda, marcada con aguje
Bár
na, su mano descansando sobre su estómago. Era una fot
ngelada de horror, otro hombre pasó a mi lado, cargando una caja. A través de la parte superior abier
aciéndose de
ndo?". Mi voz era
n teléfono pegado a la oreja. M
Eliana. Es hora de m
ol finalmente se hizo añicos. "
Leo. Choqué con el hombre de la mudanza, haciéndolo tropezar hacia atrás. Se estrelló contra los
acababa de entrar en la habitación para admirar su nuevo santuario, estaba justo
tral. La sangre, sorprendent
ó a un lado con tanta fuerza que caí, mi cabeza golpeando la esqu
rrullando a Bárbara, su voz espesa de pr
le comprensión amaneciendo. "Las fotos. Sus
staba completamente en la
ría y despectiva. "Aferrarse a ellas no e
se de pie de un salto y corrí, no hacia él, no hacia Bárbara,
lor acre a humo y plástico quemado flotaba en el aire. Yaciendo en las cenizas, pude ver los restos carbonizados y derre
quemado a nuestro hijo hast