Propuesta escandalosa para una boda
era mi voz grave. -Porque tu ex está en algún sitio, jodiendo quién sabe q
ación se
o si estuvieras desesperado por sa
un clic detrás de él mi
ntra la mampara semiabierta que separaba nuestras suites, en lugar de a la izquierda como en la mía. Su pasaporte estaba cerrado y boca arriba sobre el pequeñ
trás de mí hizo que mi c
la cama,
¿Ni siquiera me has besado y
pies de la cama. La mampara empezó a bajar aún más. -Se nos ven las cabezas por encima de las paredes, dijo en voz baja, con sus ojos color
a. -¿Cómo supiste que lo hacía?, pregunté, rozando con la barbilla la mampara mientras se desl
con la mirada fija en la cocina durante medio segundo ante
ió de
is
t
taba demasiado concentrado e
vello entrecano, y se adivinaba el atisbo de una clavícula mientr
unta. Sus dedos se detuvieron en el cuarto botón y se dejó caer en el borde de la cama
co, hizo que mis rodillas se dobl
úpi
con mis rodillas apretadas contra el firme colchón a ambos lados de sus caderas. Mi vestido de verano se subió, el calor de su cuerpo abras
mo una segunda piel. La mano en mi costado se deslizó hasta mi muslo, justo debajo del dobladillo del vestido que apenas me daba
as arrugas junto a sus ojos y en su frente se
é, y las palabras se me escapa
izándose unos centímetros más adentro y más
ngo curiosidad. Quiero saber
uarenta y siete . Su mano libre me rodeó la nuca, apretándome la base del cráneo. -No cr
de edad podría darnos derecho a votar, a alistarnos
subiéndolo, con el pulgar ardiendo desesperadamente cerca del calor que se acumulaba entre mis piernas. -Más joven
rzo de algodón ya húmedo y deslizándose a través del calor resbaladizo, me atrajo esa última pulgada más cerca y presionó
inguna va
gent
to, inmedia
amisa para mantenerme erguida mientras él me soltaba la nuca. Se echó hacia atrás, su
trazando círculos lentos y deliberad
rantemente lentos pero perfectos. Tiré del bajo de su camisa, sacándola de donde estaba metida en sus pa
n en mí, profundos, despiadados
za daba
scando más. Un gemido silencioso y áspero se le escapó, mitad frustrado y mitad algo que no pude identificar, y ent
y los hombros presionando contra los míos. Él flotaba sobre mí, con los dos lados de su camisa colgando
ajarme la ropa interior por las piernas y quitár
nte raspando mi piel como una cerilla en la llama. El calor se acumuló en mi estómago, r
tapó la boca. É
en
leve gemido se escapó de su palma mientras luchaba por co
i cuello que apenas pude oírla por encima del zumbido de los motores. Asentí deb
los dientes, impidiéndome ver entre nuestros cuerpos.
s que us
mierda, Charle
a y rígida punta contra mi entrada. -Suenas tan bon
inado , y enganché mi pierna alrededor de su cadera. Mi t
a cubrió la mía antes de que pudiera siquiera pensar en gritar, tragándome el sonido
D
mi
o fue
dé dónde estábamos cuando su ritmo empezó a ser implacable. Sus manos me empujaron hacia arriba, sus dedos clavándose en la parte posterior de los muslos con
ordenó en
upilas dilatadas, la mandíbula apretada, una sola ola de pelo o
ulgar presionando la bisagra. -Apuesto a que cr
mbió de actitud, y la risa se ahogó y se convirtió en un gemido
r. Cada embestida era deliberada, profunda, con esa precisión que me hacía temblar los muslos, me costaba concentrar
ela de mi vestido, antes de descender aún más. Mis manos se apretaron en la camisa que apena
a oreja. -Dime, Selena , ¿normalme
s crecía con la forma en que se hundía en mí. La mano entre nuestros cuerpos presionó