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Propuesta escandalosa para una boda

Capítulo 3 invitación indiscreta

Palabras:1433    |    Actualizado en: 30/08/2025

ecamente-. Solo e

rbon? ¿whiskey? -a los labios. -La última vez que l

da. -Hay una diferencia entre ser rico de

insulto, sino como un hecho. Lo miré con el ceño fruncido. Pero entonces volvió a hablar-. No lo

hogo con

Ahora estamos llamando al embarque para nuestros pasajeros de Primera Cl

bajo de mi vestido para asegurarme de que no se hubiera enganchado con nada. Charles se levantó a

dijo, señalando

e un golpecito en la

amos nuestros pasaportes y tarjetas de embarque, y su mirada fija mientras caminaba por la pasarela frente a él. Miré hacia atr

teado, voz de seda y manos que probablemente me harían olvidar cómo decir m

ía pensado. Dos veces

ita Milton . 1A.

amarla así, me pertenecía. Las paredes que las bloqueaban eran lo suficientemente altas como para llegarme a los ojos, creando un espacio p

aparecer por la esquina de la cabina, sonriendo mientras rechazab

mer conjunt

é fija

ctico, dijo, deteniéndose junto a la puerta de la

eando -gemí-. Está dem

como si fuera algo normal, y la metió rodando justo dentro

acusé, entrecer

l de rendición mientras se apoyaba contra la pared exterior d

y agotada. Su sonrisa no se

AR

tre nuestros asientos como si t

s volando a 35.000 pies de altura, con la luz del cinturó

estaba grabado en mi maldita mente como una marca-, sino por cómo se mantenía firme. C

ustó

One que aún tuviera un asiento en suite esta mañana, para poder ver de primera mano cómo se sentía nuestra nueva im

ndo mi visión de un cabello castaño atado en el que quería hundir mis dedos, una piel ligeramente bronceada que parecía lo suficientem

po. Dios,

d. No debía de tener más de veinticinc

erme del botón que me observaba desde el otro lado de la suite, bajo la mampara, pero apenas lo entendí. Sabía para

el crujido de la gente preparándose para dormir. Me desabroché el cinturón y me dirig

lo, o bien conseguiríamo

la

bajara unos centímetros, lo justo para que

como un con

miraba desde su asiento, con el teléfono en la mano y las piernas cruzadas

sas desnudarte en tu suite?, pregu

ó, negando con la cabeza-.

tres, reflexioné, apoyando los ant

nos que haya eventos progr

n, al otro lado de las paredes de priva

es volver a co

entes. -No he l

tir también es

ndo las manos con las palmas hacia afuera. -Déjame que te

a italiana, dijo. -¿No deberías estar intentand

uermo

oca

os se curvó. Enérgica.

Conocía el poder del silencio, de ofrecer espacio y esperar a que algu

do las piernas para ponerse de pie-. Pero no me voy a pone

, dije, apartándome del b

u suite. Un segundo después, la seguía por el

abina atenuadas, un puñado de taburetes de cuero atornillados que no se caían con las turbu

ose al taburete con gracia y con ese caos que me a

go en los vuelos?, pregunté, apoy

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