Propuesta escandalosa para una boda
aró, lanzándome una mirada fulminante mientras observ
. «Solo cuando parec
on mi muslo sin el menor remordimiento. Sin zapatos, me importaba un bledo; había visto a her
expectante. Selena me miró antes de mirarlo a los
, dejando el menú como si la hubiera of
igirse a mí formalmente. No necesitaba tener la conversación de «Yo soy el dueño de la aerolínea» ahor
88 -dije-.
puesto,
interrumpiendo al camarero antes
, con una pequeña arruga formándose entre sus
poco hacia at
o como si fuera algo bueno», dijo
equeña turbulencia. Entonces llegó su bebida en un vaso alto con una ramita de menta encima, y
iquiera pensarlo, y sentí un calor que me recorría la espalda como una mano
Qu
ar la imagen persistente. -Solo pensaba
segunda vez que dices algo raro sobre las vacaciones,
fería
único que pude imaginar fue la forma en que giraría
Pero noté cómo sus ojos se dirigieron a mis manos, solo una mirada rápida. -Trabajas demasiado, no sales con homb
levaba el vaso a los
o a alguien
du
Entra en una habitación como si la gravedad se doblara para él, mantiene todo ordenado, or
as bajaba mi copa. -Qué i
de hombros. -No
o lo h
r el aroma de su perfume: ligero, floral, dulce, con un toque
mi vaso. Su mirada se posó en
del que la mayoría de la gente j
no lo
cia. -¿Entonces por qué
mentí con frialdad. -La economía se es
una tontería o ambos nos e
mostrador y dejé que mi puño me ap
ecesitara airearse. -Los mismos asientos. Las mismas bebidas. El mismo vuelo. Yo con un vestid
ado , dije
nco y sacó la lengua como
uesto qu
o desorientada que estaba. No era desesperación. No era la mirada ingenu
cción, recorriendo mi pecho, mis brazos, mi cuello. No era sutil, pero no lo intentaba, y eso era algo a lo que estab
mbién l
ajé la voz. «No paras
ntamente. -Estás
dejándolo con un chasquido audible. -¿O es que se te da fatal disimular
eña mancha empañando su vaso. Su mirada se posó brevemente en mi boca y
ra vez que lo decía? So
la forma en que dejaba que mis ojos la recor
a voz. -¿Alguna vez has hecho alg
a se tambaleó levemen
e sostuve la mirada-. Ya
te hacia mí, con el pie descalzo rebotando. Su rodilla roz
ferta -dije con naturalida
za. -¿Qué ofreces ex
bre. Sonaba jodidamente pec
par
-dije arrastrando las palabras-. Lle
o trabajaba
sonrisa. -¿Qué tan buena ere
rtos y las pupilas dilatadas, durante lo qu
ue
e pensar que