Propuesta escandalosa para una boda
LE
ldita
ignific
n encuentro a mi mejor amiga encima de el ,
pensando dejame explicar
l verme entrar no se podian ocultar . Se puso en pie de
usion , aqui no hay nada
i mejor amiga! . ¿ Aron qu
da de Hana cuando explot
para ti? . Me dijiste que la dejarias
ueron como una bala qu
chas cosas que arreglar , l
mento baje apresuramente por las escaleras , cuand
, ella se lo imagino todo . No
la de champaña que traia en mi bols
Pudiste habe
tengo tan mal
rdad deseaba matarlo en ese momento , pero afo
ESPUES
hampán en mi copa, pero i
el reverso, sino a dinero de verdad. Dinero antiguo. Como a un bourbon embriagador o a cuero pulido, como a bergamota de alguna colonia. Me h
laro, este viaje ya no se suponía qu
sta que la realidad me golpeó en la cara en el momento en que me senté sola en lugar de junto a Aron . Su nombre, todo lo suyo, seguía zum
la necesaria. El camarero me mi
ositano, algo que jamás me habría podido permitir sin los contactos y la cartera de Hanna . Pero en cambio, estaba sentada sola en la terminal internacional Hartsfield-Jac
e helado de menta y chispas de chocolate mientras él se acostaba con alguien en un yate privado frente a
e llevé al
resto de la sala, pero me había dicho que no me importaría. Aunque fuera mentira. Aunque la mujer con una cara tan afilada como para cortar cristal me mirara fijamente por enc
o más a medida que me hundía más. Solo tenía qu
ín, cerrando los ojos e intentando no imaginar la cara de Hanna al abrir la puerta. Estaba casi relajado, casi convencido de qu
ta si me s
jado caer la copa de champán ha
miré durante medio segundo de más, con el cuerpo inmóvil, el calor subi
mismo, sin importar los pedazos, pero una mano grande y cá
ntras retiraba lentamente mi mano del desastre. La soltó en cuanto mi brazo volvió a estar
e la creciente humillación, y pude ver po
idé cómo respirar
rba a lo largo de la mandíbula, con mechones negros que se arremolinaban con unos leves destellos de luz de alguna que otra cana que comenzaba a relucir , justo lo suficiente como para saber que la
todo, parecí
puedo sentarme?, preguntó, ar
erara. -Eh... sí, sí, lo siento , tragué saliva, agarrando el asa de mi equipaje de m
razos mientras se acomodaba en el cómodo asiento a mi derecha, inclinado noventa grados-. Te
seca. -Sí. Es
da cuando estoy ner
tanto que pude oler su colonia y s
en la parte mas t
ó todo mi cuerpo tenso . Tanto que comence a excitarme . Sus ojos se c