La esposa del Presidente
spués, llegar
ila de médicos vestidos con batas blancas se acercó rápidam
respeto y cierta tensión en el rost
ta señorita la
con un breve mov
cuidado, ayudaron a Rose a subir a la camilla. Su pantorrilla todavía
istancia mientras los médicos se la llevaban. Sabía que
o ingresaron al hospital. Primero, una
la herida. A lo largo de todo el pro
s. Simplemente se quedó allí, de pie, o
fectada y envuelta con vendajes limpios,
procesarlo todo. El agota
ulado. Su último pensamiento antes de dormirse fue la imagen de aqu
desp
despertó, ya
iluminaban la habitación, tiñendo la
voces llegaba d
peso en
. No inc
ión extraña...
on cuidado y se
a silla junto a la ventana, con la e
o observándola. Rose se incorporó
aún no t
rvó con sus ojos oscuros y profundos, como
la habitación se abrió de repente. Carlos
r, la
nada, tomó la bandeja y la co
algo p
vio el plato: fruta
ple, pero r
Grac
l seguía allí. Pero u
ba a de
ta cautela y la sumergió en e
imer bocado a la boca,
tiqueta dorada y un diseño elegante, se
ó un leve
ari
e sólo ofrecía sus platillos a jef
on, con todo su poder e influencia, tendría que esperar
ente a ella lo había conseg
lta en misterio, se vo
a mirada, tratando de ignorar el
ada, oscura e insondable, parecía a
-preguntó él
ndose con sus ojos intensos. Se
tá
irada, tomó un s
ió por su cuerpo, pero el ambiente en la h
decir algo para romper el sil
ero afilado como un
por lo que
se de
o y me aseguraré de cu
pareció
el pecho, una mezcla de i
d fría, como si cada problema
después de unos segundo
s nec
una p
n voz más s
casualidad. Has hec
naron ligeramente, y aunque su expresión no cambió d
cía asustada, Carlos
re decir que no quiere estar en d
etuvieran hasta que
enredados. No entendía por qué este hombre insistía en com
po, inspiró hondo y r
lidad. No necesito na
que siguió f
ido atravesara las paredes. Era una sensación opresiva, como si de
se había mostrado relajado,
blemente densa, el hombre frente a ella abrió
te co