La Tregua de Nuestros Corazones
cido por todo aquello que los demás solo fingían ser: ambicioso hasta la médula, impecable en su traj
a vista del ordenador y sonrió con ese aire de qui
controlada -. Ramirez ha pedido q
o una sonrisa que no llegaba a los ojos -
oncentrada en algún dictamen que no notó su presencia. Se detuvo el tiempo suficiente par
gio y una desaprobación al mismo tiempo. Oliver respetaba eso. Y respe
lar colgando de una oreja, como si no tuviera tiempo para formalidad
ntenido y siguió adelante. No estaba
expresión que reservaba
acias por ve
dose en la silla frente al escritório -
dedos sobre la agenda -. Sé que es
Blake - completó Oliver, sin esfuerzo -.
sostuvo
o estás fuera del proyecto. Quiero que supervises algunos frentes parale
n el banquillo? - pregunt
sar más impacto. Y todos sabem
ció vibrar. Oliver sonrió, pe
, si alguna de las dos tropieza,
dijo Ramirez, inclinando la c
dentro, una idea ya comenzaba a tomar forma: si no podía se
tte e Isabella que se reunieran para revisar los dosieres preliminares. Ambas estaban sentadas en lados opuest
Oliver estaba parado en la puerta
quitándose los auriculares con un gesto perezoso -. ¿
te, como si calculara el costo de
error que él pueda usar como argumento - completó el
de las manos en el respaldo
- Su mirada recorrió la pila de documentos-. Pero es reconfortante ver que ustedes, al
sin levantar la vista de los papel
, compra acciones de la competencia -
r, con la sonrisa intacta -. Solo observo
gado de ese entendimiento tácito de que ning
tu pequeño discur
paso atrás, si
rse, pero se detuvo, solo para lanzar la última pu
reabierta, como si quisiera record
daron a solas, Charlotte
en el espejo? - preguntó, giran
ió Isabella, sin humor -. Y que la
reguntó Charlotte, c
os - respondió Isabella, bajan
puesta inmediata. Porque,
neación. Fue el primer momento en que Oliver, Isabella y Charlotte se sent
ersona el viernes. Quiero que todos estén listos para presentar un frente unifi
esponder, pero Isabella levant
a Ramirez y luego a Oliver
r -. Lo único peor que perder un caso es p
os brazos, recost
de espectáculos públicos. Guardamos el dr
por la cara, como si nec
por uno -. Pero a veces estoy seguro d
do, todos sabían: esa era la ún
ió sus papeles en silencio, intentando ignorar la forma en que Charlie l
rioso? - dijo Char
ó Isabella, sin l
, piezas del mismo tablero. Y ninguno
lla s
, Charlotte. No es
n su escritorio, Isabella finalmente la miró. Y, por un
dijo Charlotte, con esa voz u
ake - respondió Isa
llo, Isabella se quedó sentada allí, sola
antener a todos a distancia. Pero en es
dificio, observaba las luc
el juego ya ha
aba ser solo