La Tregua de Nuestros Corazones
emente dormía con el Código Civil debajo de la almohada. Era la única explicación plausible para esa expresión de s
giendo revisar un contrato mientras en realidad calculaba cuántas fo
ristal y líneas minimalistas. Allí, las sonrisas eran tan afiladas como los zapatos ital
por fin que te intimida? - Maya, la analista de comp
ente me parece fascinante cómo una persona puede ser tan... con
vocó Maya, sonriendo co
frustración. Desde que había llegado a la firma dos años antes, nadie había logrado perturbarla. Hasta que Isabella
ina, deslizar el bolígrafo, levantar la barbilla milimétricamente. No había nada espontáneo en esa mujer. Era como si hubiera n
si alguien hubiera presionado el botón de silencio. Lanzó una
sos por los avances del caso Davenport.
. Los ajustes de equipo siempre signi
es aquí - continuó Ramirez, con ese tono paternal que solo aumentaba el susp
n los ojos de Charlie. Fue solo un segundo, pero el suficie
. Si Isabella quería una gu
z por fin -. Ambas han demostrado co
lado. Isabella solo inclinó ligeramente
no hemos tomado ninguna decisión sobre
tratando de no mostrar
enigmática -. Hasta entonces, sugiero que cada una
terminó. Tan rápido
sala, decidida a salir antes de que Isabella decidiera soltar algún coment
bella, con la voz suave
o los ojos por un instante
¿S
lso en el hombro, el rostro inexpressivo -. No importa lo qu
arqueó u
l. Yo t
apareció en los labios de Isabella. Pero fue ta
de acuerdo - dijo
ndo más rápido de lo que le gustaría admitir. Odiaba a Isabella Fairchild. Odiab
isma que reconocía en esa mujer. La parte que
mano por el moño que y
idaba. Pero si había algo que Charlotte Blake sabía
misma que, costara lo que costa
arcial del Chrysler Building, y donde guardaba un pequeño stock de barritas de proteínas y paciencia
adrenalina que siempre surgía después de cualquier interacción con
a sí mis
s. Todo en ella era obsesivamente organizado: plazos, metas, apariencias. Cuando terminó,
el momento en que Ramirez mencionó su nombre. El breve destello de expect
go misma por haberlo notado. No tenía tiempo para análisi
a: el pelo siempre a punto de soltarse del moño, la risa que surgía en medio
r. Y ligeramen
cia con el cliente británico del caso Davenport y una presentación interna para los socios junior. Todo bajo control, todo p
Se había prometido que esa semana sería productiva. Que no importaría l
er: la voz baja, la postura compuesta, esa media s
ita
rle un sorbo. Necesitaba recordar quién era. De dón
Cuando todo se volvía pesado, miraba esa imagen y recordaba lo que la había traído a Nueva York: la amb
Isabella Fairchild,
agmentos: "las dos juntas", "va a ser un espectáculo", "alguien debería ve
tendrían. Pero que no contaran
cuando la notificación de mensaje interno apareció en la esquina de la pantalla. Una invita
: Evaluación de Lid
lentamente, permitió que la más
alm
estaba po