Renacer para su amor salvaje
llozo. Los sonidos continuaban desde la recámara: la risita chillona d
Lalo! -chilló Dal
, un sonido gr
a de hielo necesita aprender
etiendo esperar hasta nuestra noche de bodas, pintándose como el perfecto caballero. Todo
rta con seguro, abrí la regadera a toda potencia y me dejé caer en el frío suelo de baldosas. El rugido del agu
iva, verlo con mis propios ojos era un infierno nuevo. El hombre con el que había prometido pasar mi vida, el hom
esas, susurradas
iero que nuestra noche de bod
ejecución pública de mi reput
ar en mis huesos, estabilizándome. Las lágrimas se detuvieron. El dolor seguía ahí, un agujero
ena de risas y calidez para llenar el vacío que la muerte de mi madre había dejado. Pero ningún amor,
culo, les daría uno. Un gra
pa y entré en el chorro caliente de la ducha, frotando mi piel como si pudiera lavar la suciedad de s
firme ahora. Mi ca
agoso olor de su encuentro, y contuve una oleada de náuseas. Abrí la puerta de la recámara. Estaba
struo. Amb
gañada tan fácilmente. Era una mujer que había ido al infierno y había regre
staba húmedo y su piel sonrojada. Se congeló cuando me vio, sus ojos se abrieron de par en pa
ste temprano -dijo, su
, luego de nuevo a mí co
esorden. Derramé
sabía que no eran de ninguna copa de vino, y no sentí más
queña y cans
olo estoy un
cción. La prometida confi
escapando de sus labios. Pensó que me ten
brazos. Tuve que luchar contra cada instinto para n
u abrazo, mi mente un torbellino de fríos cálculos. No tenía idea de que estaba abraza