La broma que la destrozó
imiento que me había envuelto. Mis manos vo
o lo supiste?
no-. No te preocupes, Leonardo no lo sabe. Le dije que ya
aban con una a
o que pasa cuando t
se-. No hagas esto. Me iré. Tomaré al bebé
por llegar a la puert
Luché, pateé, lloré, rogándoles que m
burrida. Me empujó cuando la alcancé
permanec
mente mientras un dolor agudo y espasmódico me atravesaba el
b
aliento, arrastrándome a un vórtice negr
a a punto de tragarme por compl
stro era una máscar
en el suelo, en un cha
ritó, corrie
de esperanza. Parecía tan genuinamente ater
brazos, su vo
igo. No te duermas. P
se volv
conciencia. Oía voces,
pasó! -Era Kenia, su voz aguda y frenética-
cortante de ira, pero n
estaba embarazada? ¿Cóm
ave, teñida de una lástima que me erizaba la piel-. El doctor
luego añadió con
, Leo. Sé cuánto
ertilidad. Otra pérdida.
ecirles la verdad. Pero mis párpados eran pesos de plomo. Estaba a
eonardo, baja y firme,
lemente tiene un historial de abortos espontá
sita d
, nunca mereció
quedó en silenc
o, su voz tan tranquila y f
na única lágrima silenciosa se d
al. Leonardo estaba sentado a mi lado, sosteniendo mi mano. Sus ojos est
n-. Lo siento mucho. Pero no te preocupe
a devoción. La misma mirada
aer en eso. Había
os. Lo miré a los ojos, los míos llenos
a cruda y ronca-. Por favor. Ya no soy divert
aparecido. No quedaba nada más que un esp