La broma que la destrozó
e un ancla firme en la torment
Haremos que suceda. S
e culpa por preocuparlo, pero la deses
pantalla de mi celular parpadeó y s
ardo fue un borrón. Mi cuerpo se movía en piloto automátic
interior. Abrí la puerta, una pizca de esperanza irracional parpadeando en
de nuestra vida compartida. El olor de su loción persistía en el aire, un aroma qu
ente. Cada músculo de mi cuerpo dolía. Me acurruqué en un
comenzaron a caer, silenciosas y calie
groseras habían enviado un terror familiar a través de mí. En ese momento, había deseado a Leonardo. Había
me reclamó, un vacío
olor agudo y punz
estaba encendida, cegadoramente brillante. Entrec
mi lado, con un par de pinzas en la man
? -jadeé, tratando d
sta, su expresión
ndo, tonta. Est
pequeño trozo de grava
spado. Solo estoy l
e raspón. Y lo que estaba haciendo... no era limpiar. Era torpe, casi malicios
mi voz cortante-
ntre nosotras. Verla, tan cerca, tocándome, me erizaba la piel. Todo lo q
se torci
yudar. Leonardo tiene razón, te
cipal se abrió y Leonardo entró. Vio
reguntó, su voz sua
con el brazo, ignor
el otro extremo del sofá. Notó mi rostro páli
bió a una de fin
bebé, est
a mí, con la
e duele? Ven, d
bía enamorado, ahora me revolvía el estómago. Me aparté
i voz plana y fría-. Solo ne
ció sorprendi
ayudar, Alaina. Esta
era a la chica que orquestó mi ataque. La
é fijamente la pared, co
de grava de mi propia herida con los dedos. Sangre fre
hacia mi habitación
nia quejarse detrás
era un murmullo bajo-. Solo e
mi habitación y
aparecido, reemplazadas por la ropa de diseñador
pareció de
tiempo, así que le di tu habitación. Puedes
era hablando del clima. Le había dado m
s de él, con una sonrisa
Alaina? -preguntó, su v
, un gemido débil y tenue vino
ente del sonido. Vi una pequeña ma
zón se
? -su
su cama de perro, estaba mi golden retriever, Sol. Estaba cubierto de sangre, su her
aba mu
tando sobre su cuerpo roto, con miedo de
rtadamente, las lágrimas corriendo
aneciéndose de él. Logró darme una débil lamida en la
, mi consuelo, mi única familia después de la muerte de mis padres. Me había lamido la
das burdamente cosidas, enrojecidas e inflamadas, cru
n intensa que me dob
a, mi mirada se
una cosa cruda y rot
era tuvo la decencia de parecer culpable. Simplemente se enc
ando mis habilidades quirúrgicas para la escuela de