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La broma que la destrozó

Capítulo 2 

Palabras:1178    |    Actualizado en: 18/08/2025

e un ancla firme en la torment

Haremos que suceda. S

e culpa por preocuparlo, pero la deses

pantalla de mi celular parpadeó y s

ardo fue un borrón. Mi cuerpo se movía en piloto automátic

interior. Abrí la puerta, una pizca de esperanza irracional parpadeando en

de nuestra vida compartida. El olor de su loción persistía en el aire, un aroma qu

ente. Cada músculo de mi cuerpo dolía. Me acurruqué en un

comenzaron a caer, silenciosas y calie

groseras habían enviado un terror familiar a través de mí. En ese momento, había deseado a Leonardo. Había

me reclamó, un vacío

olor agudo y punz

estaba encendida, cegadoramente brillante. Entrec

mi lado, con un par de pinzas en la man

? -jadeé, tratando d

sta, su expresión

ndo, tonta. Est

pequeño trozo de grava

spado. Solo estoy l

e raspón. Y lo que estaba haciendo... no era limpiar. Era torpe, casi malicios

mi voz cortante-

ntre nosotras. Verla, tan cerca, tocándome, me erizaba la piel. Todo lo q

se torci

yudar. Leonardo tiene razón, te

cipal se abrió y Leonardo entró. Vio

reguntó, su voz sua

con el brazo, ignor

el otro extremo del sofá. Notó mi rostro páli

bió a una de fin

bebé, est

a mí, con la

e duele? Ven, d

bía enamorado, ahora me revolvía el estómago. Me aparté

i voz plana y fría-. Solo ne

ció sorprendi

ayudar, Alaina. Esta

era a la chica que orquestó mi ataque. La

é fijamente la pared, co

de grava de mi propia herida con los dedos. Sangre fre

hacia mi habitación

nia quejarse detrás

era un murmullo bajo-. Solo e

mi habitación y

aparecido, reemplazadas por la ropa de diseñador

pareció de

tiempo, así que le di tu habitación. Puedes

era hablando del clima. Le había dado m

s de él, con una sonrisa

Alaina? -preguntó, su v

, un gemido débil y tenue vino

ente del sonido. Vi una pequeña ma

zón se

? -su

su cama de perro, estaba mi golden retriever, Sol. Estaba cubierto de sangre, su her

aba mu

tando sobre su cuerpo roto, con miedo de

rtadamente, las lágrimas corriendo

aneciéndose de él. Logró darme una débil lamida en la

, mi consuelo, mi única familia después de la muerte de mis padres. Me había lamido la

das burdamente cosidas, enrojecidas e inflamadas, cru

n intensa que me dob

a, mi mirada se

una cosa cruda y rot

era tuvo la decencia de parecer culpable. Simplemente se enc

ando mis habilidades quirúrgicas para la escuela de

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