La lección más cruel del multimillonario
público eran un ma
or
e bar
refiera a Génesis. E
esbaló de los dedos, cayendo al suelo. Solo habí
o u
absoluto que cualquier cosa qu
gado. Había difundido rumores, publicado mi foto con leyendas vulgares. Fue
solo Héctor, me había abrazado. Encontró al hombre y se e
había prometido, su voz feroz.
había jurado protegerme de esto mismo, de esta exacta v
ible y nauseabundo
se drenó d
ía res
me las sirvientas que se apartaban de mi
da, mirando el hori
estrozado. Apenas reconocí mi propia voz. "Héct
Levantó un dedo, terminando su llamada con
olestia. "Nunca me llames por mi nombre
mblando con una rabia que comenz
sombra cayendo so
clima. "Me avergonzaste. Lastimaste a Génesis. Necesitaba
mado mi vulnerabilidad más profunda, una herida que había pretendido sanar, y él mismo h
O era solo otra herramienta, o
pó de mis labios. Cerré los
ganta, sus dedos clavándose en mi piel, no lo suficientemente fuert
es? Aprenderás a comportarte. Aprenderás a aceptar mi disciplina. O las c
pecé hacia atrás,
os. "Sé una buena esposa y olvidaré que esto sucedió. Incluso
un viaje después de destruir mi reputación y viola
palda recta. Pensó que yo era un juguete. Algo que
nfligía podía borrarse c
equiv
. Héctor la colmó de regalos. Le compró una galería. Organizó una lujosa fie
a en mi propia casa. El dolor era algo físico, un dol
que era: una obsesión temporal. Un interruptor que podía accionar. Me habí
una
ocada desde