El precio del amor
diferente. Un peso invisible se había instalado sobre sus hombros. Nicolás ya se había ido, como de costumbre, pero es
un instante, no reconoció a la mujer que veía. Había pasado años construyendo una vid
vio la notificación en el teléfono de Nicolás. ¿Quién era esa persona? ¿Por qué él ocultaba tantas cosas? Camila estaba acostumbrad
ecidió que, por esa mañana, no iría al trabajo. Necesitaba tiempo para procesar lo que estaba suce
las flores, pero incluso esa belleza parecía distante, irreal. Sus pensamientos la llevaro
Camila? -se preguntó a
ni mucho menos insegura. Pero algo en todo esto la hacía sen
que ya estaba sentada en la mesa, no lo esperó en el vestíbulo como solía hacer. Quería ver qué haría él. Q
de costumbre. No le ofreció el saludo habitual ni le lanzó la mirada afect
tono calmado, pero su mirada lo at
acó una cerveza del refrigerador y
ió Camila, con un
Pero sus ojos no se encontraron con los de ella.
ismo hombre que había conocido. Algo le decía que
ome? -preguntó Camila, i
amente, como si no e
risa que sonaba forzada-. Estoy cansado, eso es todo. Ti
anta-. Esto no es solo sobre trabajo, Nicolás. He notado que estás distante. Y no me lo puedes negar. Ayer
rostro, un gesto que Camila había ap
ave, pero cargado de una fatiga evidente-. No hagas esto
que algo no cuadraba. Su intuición le decía que todo lo que Nicolás le estaba di
verdad? Porque, ¿sabes qué? No te creo. No te cr
reció y sus ojos se oscurecieron ligeramente. Camil
él, con voz más grave-. No te
vida, Nicolás! Y yo no soy tonta. Te has estado escondiendo detrás de e
n largo minuto, antes de bajar la mirada, como si no
llenaron de lágrimas, pero no dejó que ninguna cayera. No podía. Había algo en
ó las escaleras a su habitación. Cerró la puerta con suavidad,
corazón latía con fuerza. ¿Cómo había llegado hasta aqu
l mismo tiempo, no sabía qué hacer. ¿Debería confrontarlo directamente? ¿O
era clara: su vida perfecta ya no lo era