El precio del amor
ión Duarte-Vega nunca se había sentido tan vacía. Era como si, a pesar de su vida exitosa y su carrera floreciente, algo estuvi
de, tengo que quedarme e
ba presente en la respuesta de Camila. Solo un leve malestar que no sabía cómo describir. ¿Por qué tant
ima vez que él le había enviado un mensaje de texto similar, había llegado a casa pasadas las 10 de la
el vestíbulo, una llamada telefónica que Nicolás había dejado descolgada. Camila se levantó de su sil
emasiado. El
ñana, 8 pm. N
iando esos mensajes a Nicolás? Decidió no responder de inmedia
isión que Camila había dejado encendida para mantener la apariencia de normalidad. La puerta principal s
se el saco de la chaqueta,
e la silla. Estaba concentrada en su trab
colás, su tono neutral pe
la, manteniendo la mirada fij
argo y caminando hacia la cocina-. U
ad al entrar, no se le escapaba. Nicolás nunca había sido así de distante, incluso cuando se
a sobre el mensaje. No quería parecer paranoica.
eguntó Nicolás mientras sacaba un
Pero sus palabras eran vacías, no eran las de
proyectos de su empresa, de lo que había hecho ese día. Sin embargo, Nicolás no parecía tan
te Camila, incapaz de seguir con la far
stante, su rostro tomando una expr
trabajando mucho, ¿no lo ves? -respondi
bre el tenedor, empezaron a temblar. La respuesta le
e y se levantó de la mesa, como si quisiera escapar de la conversación. Camila obse
do suave, casi imperceptible, pero suficiente para que Camila se detuviera en seco. Su
ndo al vacío, mientras Camila miraba el mensaje de t
algo que quiero mostrarte. Nec
guía siendo
la habitación se volvió denso. Sintió que la sangre le subía a la c
ente ajeno a lo que había sucedido. Pero en el fondo, Camila sabía
del miedo y la incerti
está pasando con nosotros? No te reconozco. No
pasó su mano por el cabello, deja
, Camila. Hay cosas que no entiendo,
ó a acumularse en su pecho. En ese momento, sabía que algo estaba cambiando, que