Su Esposa, Su Sentencia de Muerte
bre la superficie pegajosa de la barra. Cuando llegué a casa tropezando horas después, la c
a en la luz de la luna que se filtraba por los grandes ventanales.
la cama -susurró, su mano apar
roso de cómo solía ser, de cómo pensé que era. Un destel
aba mis comidas favoritas, me compraba caros materiales de arte que
ra amable. Era una
a, los coleccionaba como tesoros. Ahora sabía que solo eran pa
trozado la ilusión. Su presencia la hizo quitar
voz teñida de una leve, casi impe
s ojos. -S
ureciéndose-. Mañana tenemos el desayuno con la prensa.
. Una orden. Si
e de nuevo, tratando de sonar dulce. Dejó caer una pequeñ
rir los ojos. Tomé la caja. Dentro, sobre el terciopelo, había
puerta princ
ó como si fuera e
da, brillando en la penumbra, esta
go compartido entre ellos. Yo estaba recibiendo la sobra, la pieza de
en el registro civil. Me había prometido un para siempre. Había pr
, y el dolor en mi costado re
ró sobre mí, con una sonrisa de suficiencia en su rostro. Señaló hacia la cocin
papel del hombre d
i voz apenas
elto a bajar. -Elena, cariño, tu esposo está siendo grosero. Solo le
lena se endure
etó-. Héctor es nuestro invita
me dijo que no había lugar para discutir. E
mis huesos. Estaba cansado de luchar, ca
na. Mis manos temblaban mientras sacaba los huevos y e
te chocó contra la estufa, salpicando aceite hirvien
tor entraro
directamente hacia Héctor, s
Te quemaste? -preguntó,
completamente ileso, se agarró el brazo dramáticam
piel roja y ampollada de mi bra
ándolo y revisando su brazo perfectamente sano.
dedor de su cintura, guiándolo como si
ina, con el brazo quemado palpitando. El
habitación de hospital años atrás.
era solo o