De Ahogada a Amada: Una Segunda Oportunidad
n blanco-. No insultes mi inteligencia, Alejandro.
su contra, tiró de la manga de Alejandro,
uficientemente alto para que todos la oyeran-.
de ella hacia atrás-. Esta es tu casa ahora
¿No tienes vergüenza? ¡Mira a esta pequeña intrigante... Est
mente frente a Kenia, pr
tarle a alguie
levantó lentamente. No era un hombre corpulento, pero irradia
visiblemente
dro -dijo el General, su voz tra
ciente y tolerante. Pero eso n
dedo severo ha
rita Ferrer que
íbula obstinadamente apretada-.
rojó de ira. Dio un paso ade
interponiéndome ráp
el General, mi
i culpa. Alejandro solo está
un profundo suspiro. Me agarró del brazo, sus
mí. Se supone que debo protegerte,
ganta, pero forcé una s
por nosotros. Alejandro sabe
uridades, los Garza finalmente se fuer
se cerró, me volví para enfrent
acusó, su voz goteando veneno-. Hacién
i una palabra
un segundo que esto cambia algo. No me voy a desha
o ¿cuál era el punto? Ya me habí
iéndome de hombros. Pasé junto a él
ya no me
e. Solo tenía que so
trabajaba Kike, caminando tres kilómetros extra hasta
gresé. Las calles estaban
repentina sensación d
e estaba
. Aceleré mis pasos, el sonido de los pasos de
s hombres corpulentos salieron de un callej
di la vuelta para retroceder, pe
y escalofriante h
Miren lo que
Ki