La venganza tiene muchos rostros: el de ella, el mío
etencioso de la escena artística de la ciudad. César me sujetaba el brazo
onces
la textura, la arena. Era una pieza que había diseñado años atrás en un sueño febril, un boceto digital que había titul
! ¡Vin
su rostro. Se veía radiante, viva. "Muchas gracias por la i
ras fueron un susurro,
temblando con una rabia que era ate
lia, no hagas una escena. Bárbara se inspiró
pondí, señalando el lienzo con un de
rilo. "Solo quería... honrarlos a ambos". Se tambale
ato y corrió a su lado.
erpo lánguido. "Es tan agr
me había movido. Pero a los oj
a. Levantó a Bárbara en sus brazos, acunándola como a una muñeca preciosa y frágil
seguridad. "Sáquenla de mi vista. Enciérrenl
n pequeña y sin ventanas y cerraron la puerta con llave. Hacía frío. Congelante. Me di cuenta de
ba cast
z ronca. "¡Déjenme sali
ar violentamente. Mi cuerpo, ya debilitado por el cáncer y la desn
La puerta se abrió. No
cha y victoriosa en su rostro. E
venenosa, "iba a dejar que te congelaras
a bailó en sus ojos. "Esta pieza se lla
endedor sobr
en un infierno antinatural y alimentado por productos químicos. El fuego se extend
to se desgarró
e apagar el fuego con mis propias manos. El calor era abrasador
Está loca! ¡Intenta matarme!", gritó mient
manos quemadas, mis pulmones llenos de humo. Solo tení
tacó!", gritó Bárbara, señalá
os llenos de un odio tan puro que me robó el aliento.
tratando de levantarme. "El
iva y ampollada. El dolor era una sensación d
ándome la espalda para consolar a Bárb
de incendio sonaban. Pero todo lo que podía ver era el último