La niñera del bebe del CEO
nales iluminaban la mansión de forma cálida, pero a Clara le costaba disfrutar del paisaje. Su mente seguía en los momentos que había compartido con Iván
mán, atrayéndola con una fuerza que no podía controlar. La noche en la fiesta fue solo el principio de algo que parecía crecer con cada encue
padre de Jaime. Esto es prof
ue no parecía ser una ilusión pasajera. Cada vez que se cruzaban en los pasillos, sus miradas parecían buscarse, como si un imán invisible los uniera. Pero la verdad era que cada vez que sus ojos se enc
edas manejar", le había dicho con esa mirada que siempre parecía penetrarla. Y, como siempre, ella había aceptado sin cuestionar. Sin embargo, ahora qu
ó. No era necesario volverse a mirar. Solo con esc
cía parecer aún más imponente. Clara intentó no dejarse llevar por el primer impulso de incomodidad que la invadió, pero su cuerpo reaccionaba de inmediato: el corazón aceler
su voz profunda llenó el aire con
y asintió, tratando de
e gustaría. Sin embargo, intentó ocultarlo con una mirada hacia los ingrediente
lrededor. Él caminó hacia la mesa, deteniéndose a un par de pasos de ella. Clar
eve sonrisa en los labios, como si no fuera conscien
in dejar de trabajar en l
lo estoy preparando algo para el desayuno. -Dijo, sin mirarl
tirarse interminablemente, y ella no podía evitar que su respiración se volviera un poco más profunda, más tensa. Sabía q
hizo que Clara se tensara aún más. La forma en que pronunció su nombre hizo que su piel se e
ra? ¿Por qué, después de haber intentado mantener una distancia profesional, sus palabras l
cortó. En lugar de hablar, se limitó a mirar los ingredien
volvió pesado, y Clara sintió una presión en el pecho que dificultaba la respiración. Sabía que debía mantener la distancia, que debía concent
uieta, esperando. Iván, al parecer, lo notó, y una ligera sonrisa curvó sus labios, una sonrisa que no era de
r otra situación, podría haber sonado preocupante. Pero en
ra más allá de su fachada, más allá de su control. En lugar de responder, se concentró en
más profesional posible, aunque su voz tembló li
n. Luego, sin decir nada más, dio media vuelta y se alejó, pero
o, Clara... sabes
se hizo casi ensordecedor. El peso de su presencia aún la envolvía, y a pesar de su intento por mantener
cada día que pasaba en esa mansión, el deseo y la confusión aumentaban. Y