n su voz, en cómo me miraba? Antes de que pudiera enten
cortante, y me di
de pensar en esa advertencia. ¿Era solo por traba
ll estaba empezando a colarse en mis pensamientos, y no sabía s
é caer en el sillón con un suspiro que parecía sacarme todo el aire.
segundo día de grandeza? -p
a lo único que me mantenía
no sé si quiere echarme o... algo más -dije, y le conté todo: el comentario de
iertos, y cuando terminé, soltó una ca
o- ya te lo he dicho, ese hombre no está acostumbrado a
ño y di otro
raicionó. Porque, en el fondo, la idea de volver loco a Lisandro Duvall
ejé salir un suspiro largo, de esos que parecen sacarte un pedazo de alma. Quería desconectar, apa
vé su atuendo, traía puesta una camiseta ajustada que marcaba cada músculo de sus brazos y unos jeans que parecían gritar "mí
he así, tirada como si te hubiera atrope
o -respondí, cerrando de nuevo los ojos,
és que traes encima, vamos a un club, conozco uno nuevo, exclusivo,
ran pantuflas y una serie en la tele, no tacones y luces, pero Sebas tenía ese don: podía con
ra eso -dije, aunque mi vo
bailas un poco y listo, como nueva. ¿Cuándo fue la úl
a está ciudad me había concentrado solo en estudiar, y ahora era trabajo y
tarde -advertí, levantándome del si
a dicho que nos íbamos de vacaciones, y corrió a su
as de esto. Pero, ¿qué más daba? Quizás una noche fuera era justo lo
ro ajustado que Sebas había insistido en que me pusiera -"¡Es sexy pero elegante, V
pero dejaba lo justo a la vista, y me hacía sentir un poco m
zul que le quedaba como pintada y unos pantalones
ba en el reflejo de la ventana y me preguntaba s
inta de modelos de Instagram. Pero Sebas, fiel a su estilo, saludó al po
ro, el lugar me dejó con la boca abierta: luces bajas que cambiaban de color con la música, sillones de cuero negr
alrededor mientras seguía a Sebas a
as de todo -respondió, guiñándo
elo extranjero que había conocido en una fiesta la semana pasada, según él, era alto, rubio, con
ndole un sorbo a mi bebida cuando llegó, el gin estab
ro que te relajes y te dejes llevar -
echo se iba aflojando. La música, las luces, el murmullo de la g
a su cita. De repente, se levantó de un salto, con
con el pelo despeinado de esa manera que parecía casual pero que seguro le llevó media ho
club, había parejas bailando tan pegadas que parecían una sola persona, gr
o, pero el alcohol ayudaba a que no me importara tanto, me terminé el gin tonic y decidí ir por o
alguien me estuviera mirando fijamente, fue una sensación qu
té la vista, se me paró el corazón. Era Lisandro Duvall. Sí, el Lisandro, m
que le quedaban perfectos y una camisa negra que se le p
club entero girara alrededor de él. Me miró con esos ojos azules que pa
su voz tranquila pero con un to
ré responder con un poco
el destino sigue cruz
ó mi copa de mojito de la barra, dio un sorbo lento -co
calor subirme por las mejillas, mi corazón dio un salt
en voz baja, casi como un susu