El Precio de Hacer Milagro
co, luego a Sofía, que me observaba con una expresió
dije, saboreando el momento. "Pero
de Marco va
Como dijo el Dr. Ramiro, ese agave tiene algunas propiedades, podría darle una falsa sensación de mejorí
contorsionó de furia
Quiero un verdadero desafío. Algo que demuestre qui
tica, dejando que la
ta ciudad. Una mucho más
e de la rival de Sofía, la mujer en estado ve
ué, mi voz resonando en el silencio. "Cambiemos los términos de la apuesta. Yo, Rica
redulidad. "¿Está loco?", "¡Eso es impo
nancias, sino que admitirás públicamente que eres un fraude. Y tú", me giré hacia Sofía, "cederás
asó de la ira a la
restaurante, todas mis propiedades y
ue absoluto. La apuesta
arrinconarme, pero yo había subido la apu
ada por su odio hacia mí y su fe ciega en él. "¡Es la op
fía, no tuvo más remedio que aceptar. Su ego no le per
párate para perderlo todo, Morales! ¡Dentro de un m
escalofriante. Me acerqué a Sofí
le susurré. "Porque cuando se acabe, la realidad será muy dur
specífica y segura, pareció finalmente romper u
tios de chismes no hablaban de otra cosa. Ricardo "Ricky" Morales, el chef genio, contra Marco Flores, el a
ernada. Su madre, la Sra. Herrera, me recibió en la puerta de la suite, c
re la apuesta... ¿es verdad?"
esito su permiso para comenza
ma, pálida e inmóvil, conectada a un laberinto
eparar caldos y sopas, infusiones concentradas de hierbas y especias. Y en cada platillo, el ingrediente secreto: una sola gota de mi sangre, extraída discreta
Herrera me detuvo en el pasi
. "Independientemente del resultado de la apue
e varios locales comerciales de primera categorí
señora", dije, genui
istió. "Por favor, acéptelo. Sé que está arriesgan
me atribuían, sino porque sabía que necesita
stíbulo del hospital. Él venía a visitar a un amigo;
de la cocina del hospital. "El chef ocupado, cocinand
e las manos en un trapo. "¿Cómo va la cura milagrosa
ue nunca", mintió. "Siento un cosquilleo en las pi
"Ten cuidado de que no sea el inicio de la atro
autoridad médica casual, la golpearon donde más le dolía: su miedo. Vi
monstruo
oy el hombre que te dijo la verdad desde el p
illo. Pero mientras caminaba, una enfermera se
con la voz agitada. "Es de las cámaras de s
he, entrando en la habitación de Sofía. Pero no le estaba dando un masaje ni ayudándola con ejercicio
irritada por las mañanas", dijo la enfermera. "Creemos que lo que sea que
n la dirección por la que s
guna porquería que había comprado o hecho, probablemente tóxica, p
ue la caída de Sofía no
na catá