El Precio de Hacer Milagro
el don de sanar el alma. O al menos, eso es lo que la
el imperio tequilero, mirándome con un odio helado mientras mi p
ba ella, fuera de sí. "¡Tú dices que tu cocina e
lores, su amante, a quien había encontrado en el
cómo la vida me abandonaba. "Mi comida cura,
sperado a que Marco regresara con ese agave especial. Él me habría
a la misteriosa dolencia que había paralizado a Sofía se convertiría en el heredero de su fortuna, y eso me incluía a mí como su
aba desangrando para intentar un ritual sin sentido, usando mi san
ón. Marco no cayó por un accidente buscando una planta. Cayó porque intentó estafar
e una m
rificio, todo p
ces...
chef perfectamente planchada, en el salón principal de la
pero con la misma arrogancia en sus ojos que recordaba tan dolorosamente. Era el día.
las cosas ser
ue sentí en mi vida pasada, solo sent
firme que no reconocí como la mía. "Su paladar está
e total. La Sra. del Valle, su
roja de ira. Su rostro pálido
aguda y desagradable. "¡Lár
e no llegó a mis ojos.
no tiene cura, es porque no la tiene. Quizás debería co
RA
sto a un lado de mi cabeza, haciéndose añicos. Los f
hacia mí, con el rostro lleno de vergüenza. "Señor Morales
í con un ges
ando sarcasmo. "No se preocupe. No voy a rebaj
sus manos apretando los reposabrazos con tan
me di la vuelta y comencé
lo. "Por favor, ¿de verdad no hay ninguna esperanza? He oído que su familia posee recetas secretas, transmitidas d
peración era palpable. Pero n
e no q
e mi propia sangre, un ingrediente que le daba a mis platillos su poder curativo. Y mi reco
ía el peón en su
alle", dije, mi voz ahora fría
su silla de ruedas con furia. Su voz, sin embargo, era falsa
rco ya fue al Nevado de Toluca a buscar el agave de fuego. En cuanto regrese,
piró, una mezcla de f
ve solo podría ayudar a aliviar los síntomas, pero no te hará c
ó Sofía, con una fe ciega y
gancia y autoengaño. Me despedí de la Sra. del Vall
sentía bien en mi pi
rta trasera se abrió de golpe y una mujer de mediana edad, vestida con ropa cara pero con el rostro de
oz quebrada por la angustia. "Por fa