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El Precio de Hacer Milagro

Capítulo 1 

Palabras:1096    |    Actualizado en: 07/07/2025

el don de sanar el alma. O al menos, eso es lo que la

el imperio tequilero, mirándome con un odio helado mientras mi p

ba ella, fuera de sí. "¡Tú dices que tu cocina e

lores, su amante, a quien había encontrado en el

cómo la vida me abandonaba. "Mi comida cura,

sperado a que Marco regresara con ese agave especial. Él me habría

a la misteriosa dolencia que había paralizado a Sofía se convertiría en el heredero de su fortuna, y eso me incluía a mí como su

aba desangrando para intentar un ritual sin sentido, usando mi san

ón. Marco no cayó por un accidente buscando una planta. Cayó porque intentó estafar

e una m

rificio, todo p

ces...

chef perfectamente planchada, en el salón principal de la

pero con la misma arrogancia en sus ojos que recordaba tan dolorosamente. Era el día.

las cosas ser

ue sentí en mi vida pasada, solo sent

firme que no reconocí como la mía. "Su paladar está

e total. La Sra. del Valle, su

roja de ira. Su rostro pálido

aguda y desagradable. "¡Lár

e no llegó a mis ojos.

no tiene cura, es porque no la tiene. Quizás debería co

RA

sto a un lado de mi cabeza, haciéndose añicos. Los f

hacia mí, con el rostro lleno de vergüenza. "Señor Morales

í con un ges

ando sarcasmo. "No se preocupe. No voy a rebaj

sus manos apretando los reposabrazos con tan

me di la vuelta y comencé

lo. "Por favor, ¿de verdad no hay ninguna esperanza? He oído que su familia posee recetas secretas, transmitidas d

peración era palpable. Pero n

e no q

e mi propia sangre, un ingrediente que le daba a mis platillos su poder curativo. Y mi reco

ía el peón en su

alle", dije, mi voz ahora fría

su silla de ruedas con furia. Su voz, sin embargo, era falsa

rco ya fue al Nevado de Toluca a buscar el agave de fuego. En cuanto regrese,

piró, una mezcla de f

ve solo podría ayudar a aliviar los síntomas, pero no te hará c

ó Sofía, con una fe ciega y

gancia y autoengaño. Me despedí de la Sra. del Vall

sentía bien en mi pi

rta trasera se abrió de golpe y una mujer de mediana edad, vestida con ropa cara pero con el rostro de

oz quebrada por la angustia. "Por fa

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