La Esposa Oculta del Conde
erdo
mi
fuera ajena a mi cuerpo. No sentía emoción alguna. Para mí, no era más que un símbolo de la prisión en la que había estado atrap
argaría de mí. Cuando ella murió, me dejaron aquí, cuidada pero aislada, marcada por un destino que no había elegido. El conde decret
ún él, yo era la causa de este matrimonio forzado. Pero la verdad era otra: yo no pedí nada de esto. Nunca exigí vivir
sentía cómo mi corazón se rompía en mil pedazos. Él no me miraba. Apenas si me tocó la mano al ponerme el anillo. Cuando terminó, Viktor
riel, mi fiel sirvienta. Ella había sido mi única amiga de
re comer algo? ¿Le ayud
do, Ariel. No soporto ni un
n mi pecho disminuía, pero antes de que pudiera terminar, la puerta se a
uí. -Su voz era a
pada, pero obedeció sin decir un
pregunté, tratan
. No lo olvides, Kamil
tor. Sabes que este matr
cumplir. Mi abuelo quiere pruebas de que esta
-. ¿Esperas que me someta a ti
ti. Solo hago lo
e en la mía. Podía sentir el calor de su cuerpo, el aroma de
Toda tu vida lo has sido. E
muré, pero mi voz sonaba d
a. Mi respiración se detuvo cuando sentí cómo su otra mano bajaba lentamente e
a -murmuró, sus ojos recorrie
ento cálido rozó mi cuello, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Sus labios se
más suave, casi seductor-. Sé que
delicadeza. Cerré los ojos, tratando de controlar mi respiración, pero era imposible. Viktor sabía exactament
mila. Siempre
no había amor en lo que hacía, que para él esto no era más que cumplir con un deber. Pe
enerse. Su beso fue intenso, demandante, como si quisiera bo
oído, su voz baja y profu
ó al mío, creando un contraste que me hacía sentir vulnerable y poderosa al mismo tiempo.
sensaciones que no podía ignorar. Sus labios viajaron por mi cuello, descendiendo hasta mis
esto, Kamila. So
urro prohibido. Me aferré a las sábanas mientras él continuaba, len
por una calidez que me dejó sin aliento. Su ritmo era firme, p
o dos personas cumpliendo con un destino impuesto, encontr