Una Excusa Perfecta Para Amar
Gene
esposa de Adán García. Un matrimonio impuesto por su padre, sellado tras una noche de escándalo en la que,
sus pensamientos juveniles, parecía un regalo del destino. Y más aún, sabiendo que el matrimonio de los padres de Adán también habí
os, y el suyo se marchita lentamente, día tras d
temerosa-. Quisiera visitar al
responde él con friald
se sorp
testigo de cómo, con el paso de los años, el fulgor en los ojos de su
n que eso es apenas una ilusión. Frente al espejo del baño, sus labios dibujan una sonrisa rota, seguida de una risa hueca q
es años de casada, recuerda
.. -se dice, apenas un susurr
nstantes, se p
n rencor, en el que el amor que lleva guardado desde niña por fin sea correspondido. Pero el
ro la corbata y el pañuelo. Es un gesto rutinario, casi mecáni
uñe Adán con voz áspera, su
o. Adán nunca le perdonó aquella noche, aunque fue él
ero su corazón no le pertenece a Eva, sino a Victoria, la hija
el alcohol y el infortunio. Desde entonces, Adán arrastra su condena, descargando sobr
ante -dice Eva, forzando una s
lo -responde él, co
encio. Se aferra a la esperanza de que, con el tiempo, Dios tocará el cora
nda madre. Sobre la mesa de la cocina reposa un pastel adornado con velas aún sin encender. Por un instante inge
s, señora -dice
risa débil, sintiendo cómo su alma se
simos darle una sorpresa -añade l
d, conteniendo las lágrim
se unan todos... y dile a Sco
os" sincero, cálido, que alivia por un instante la soledad que la consume.
templa las rosas que plantó al llegar a esta
de sí misma. Cualquier mujer sensata habría pedido el divorcio; p
alud del anciano declina, y a veces él mismo sospecha que
nca la trataron con el afecto que una hija merece, y desde aquella noche -cuan
a bebido demasiado, ni que Adán entró en su habitación por error. Las palabras crueles
nio, Eva? -pregunta
éndose de hombros, como si esa pa
ormal", cariño -replica el anciano,
a, buscando refugio en las hist
o harás con ese hombre, Eva. Él no te merece. ¿Cuándo abrirás lo
uscan arrancarla de un amor que la está consumiendo. Y aunque ella no cede, Ethan no p
ara sostenerla. Y, quizá entonces, también para