Bajo dos lunas
azul profundo y la otra de un plateado resplandeciente, siempre visibles, siempre presentes, como dos guardianas que supervisaban la vida de aquello
arado, se deslizaba sobre el suelo como si fuera una extensión de la propia luz de la luna. Tenía el rostro serio, con una mirada que ocultaba más de lo que revelaba. Aquellos que
u reino necesitaba. Pero todo eso era en vano, pues nada de eso la preparó para lo que estaba por venir. Los ecos de la guerra resonaban en cada rincón de Artheon,
edado arrasadas, las ciudades eran sombras de lo que habían sido, y los campos de batalla, cubiertos de sangre, eran ahora la única tierra que quedaba entre los dos imperios. Pero en medio de es
u padre le había exigido durante años. La paz requería sacrificios, y ella estaba dispuesta a hacerlos, incluso si eso significab
canas eran la única señal de los años que había pasado desde que comenzó a liderar el rein
z grave que resonó en el amplio salón-. El príncipe Aric de la Luna Plateada ha acep
imonio significaba una condena no solo para su corazón, sino para su alma. El príncipe A
nque se esforzaba por mantenerla firme-. ¿No hay alguna ot
abía mostrado en años. Sus ojos, antes llenos de de
nto, pero la guerra ha devorado a nuestra gente, a nuestra tierra. El príncipe Aric e
ero la necesidad de paz era más fuerte que cualquier deseo personal. Sin embargo, había algo en su corazón que se rebela
. En el fragor de la batalla, Selene había visto cómo su madre, la reina, caía bajo las flechas del ejército enemigo. Ella misma había tomado las armas en ese momento, jurando
en ese entonces era que, bajo esa fachada de enemigo cruel, Aric también había perdido mucho. Había crecido en un reino que le enseñó a odiar a la Luna Azul, pero su vida tam
do se mezclaba en su pecho como una tormenta imparable. Pero su deber c
breve momento, pareció humana, vulnerable. Se
esto será un sacrificio para ti. Pero solo cuando ambos reinos estén unidos, podremos
eptar esta unión, estaba abriendo las puertas a una guerra interna que la consumiría por completo. Pero tamb
asarse con el hombre que había sido la razón de su odio durante tanto tiempo. Pero, al mismo tiempo, algo más despertaba en su interior, algo que no podía identificar con claridad: una
con la luz de las dos lunas iluminando su camino, S