Bajo dos lunas
o cuidadosamente planeado, desde la escolta de nobles que la acompañarían hasta el brillante carruaje que la transportaría. Pero ninguno de esos preparativos
ida con un manto de terciopelo azul oscuro, subió al carruaje que la llevaría al reino enemigo. Aunque las lunas seguían brillando como siempre, ninguna de ella
a de apoyo que escondía su propio dolor. Él la abrazó, pero sus palabras fuer
ja -le dijo, su voz gr
staba sellado y, a pesar de que su corazón luchaba contra
a escolta de caballeros estaba alerta, con sus espadas brillando al sol. Selene miraba por la ventana, observando el paisaje que se extendía ante ella
struo durante todos esos años. El asesino de su madre, el responsable de tantas vidas perdidas. Sin embargo, ahora que se acercaba al reino de
bresaltó, sus manos aferrándose al borde del asiento. La escolta se puso en alerta de inmediato, pero antes de que pudieran reaccionar, una figura apareció en el hori
ura reluciente que llevaba puesta, un emblema de la Luna Plateada grabado en su pecho. El
el hombre con una voz profunda que resonó en
uñadura de la espada que llevaba a su lado. No esperaba
-preguntó, con
igeramente, como si la
de la Luna Plateada. Mi misión es escolta
ían reflejar un alma que había sido testigo de demasiados horrores. Había algo en su mirada que la inq
día continuar. Aunque al principio dudó, la princesa se vio obligada a ceder, sabiendo que no podía retrasar más el inevi
era innegable. Había algo en su postura, en la forma en que se movía, que indicaba una vida de disciplina y lucha. Pero
sques y paisajes frondosos, la Luna Plateada estaba marcada por tierras áridas y montañas escarpadas. La entrada al castillo se alzaba frente a ellos, una e
de ella temía que ya nada sería igual. A pesar de las promesas de paz, el viaje y todo lo que lo a
de su caballo y, con un gesto de cortesía que a Sel
incesa -dijo, su tono casi imperce
e todo lo que había vivido hasta ese momento había sido un preludio a este momento, sentía como si la verdadera batalla estuvi
la Luna Plateada, Selene comprendió que, aunque la paz estuviera a su al