La Venganza del Magnate
iones y dudas que amenazaban con arrastrarla. Alejandro Montenegro la había mirado con la misma expresión fría que siempre había tenido, pero había algo en su mirada que la inquietaba profu
rio iluminaba sus rostros, destacando las sombras bajo sus ojos. Valentina miró la carta una vez más,
ón apenas disimulada-. No te arrepentirás de esto. Lo que te ofrezco es más qu
ra, se sentía como si el ciclo se estuviera repitiendo. Aceptar un contrato de matrimonio con él no solo era un acto de desesperación. Era un acto de rendición. El hecho de que él lo hubiera planteado como una
ntina, esforzándose por mantener la calma, a
alentina percibió la chispa de control que siempre tenía sobre él. Era un hombre que no
laneado cada paso de este proceso desde el mome
el acuerdo, la horrorizaba, pero también la atraía. Era el mismo hombre que había amado con toda su alma, y el deseo, aunque reprimido por tanto tiempo
de su escritorio y comenzó a caminar hacia la puerta, su figura elegant
onio es más que un contrato. Y cuando me entregues lo que ne
para la duda, y eso fue lo que realmente la dejó sin palabras. ¿Estaba e
spacho lanzando sombras largas sobre el suelo de madera pulida. Se dejó caer en la silla fr
é he
lejandro. El deseo, la pasión, la conexión profunda que ambos habían compartido. Todo eso estaba ahora envuelto en
r de su casa, sentada frente a la ventana, mirando cómo el sol se desvanecía lentamente en el horizonte. El aire era fresco
olocándose junto a ella en el sillón. Había en sus ojos una preocup
na de ellas cargada con una amenaza velada. Sabía que no podía escapar de su pasado, pero esa ve
rada hacia su madre, quie
salvarnos, pero otra parte... otra parte siente que estoy v
a, como si las palabras pudieran aliviar e
a te obliga a tomar decisiones que no quieres, pero que son necesarias. Y sé que has hecho to
ostro de Alejandro, su imponente presencia, su mirada fija y decidida. Él había sido su amor, pero también su mayor desafío. La lucha
ía aceptado, y ahora era el momento de asumir las consecuencias de esa aceptación. En su despac
olvidaría. Con esa firma, se entregaba por completo a Alejan