La Venganza del Magnate
, interrumpido únicamente por el sonido del tic-tac de un reloj de pared. Valentina se encontraba de pie frente a él, con la carta de la oferta entre sus manos, completamente
an dolorosos, flotaban en su mente. Había amado a este hombre, lo había entregado todo por él, y sin embargo, había sido ella quien había dado el paso atrás cuando la relación comenzó a vo
mientras miraba fijamente la carta.
encio. Con voz firme, pero cargada de un
Crees que lo que me propones es tan sencillo? No puedo si
ender antes de decidir si seguir adelante. Pero no parecía sorprenderse, ni siquiera molesto. Al contrario, su
y cuenta nueva. Es una oportunidad. Una oportunidad para que tengas lo que siempre has querido, Valentina. El con
. La empresa Duarte había estado al borde de la quiebra por meses, y no había manera de revertir la situación sin un cambio
horizonte. Las luces de la ciudad brillaban a lo lejos, reflejando el contraste entre lo que estaba sucediendo
las decisiones difíciles. Si decides rechazarme, perderás todo. No solo tu empresa, sino también cualquier
rior que le gritaba que rechazara la oferta, que luchara por su dignidad, se desvanecía con cada palabra que él pronunciaba. Alejandro no estaba ofrec
ervaba desde la ventana. A pesar de la distancia entre ellos, a pesar de su aparente indiferencia, ella sentía que lo
temblando, pero decidida-. ¿Qué me pides en realidad? Un
ero tampoco de ira. Solo una frialdad que lo envolvía por completo. Caminó lentamente haci
o entre nosotros. Yo te amaba, ¿sabías eso? Te amaba con todo lo que tenía, y tú me dejaste sin decir una palabra. Ahora, quiero que
herida que ella había causado. Valentina sabía que en ese momento no solo estaba luchando contra la oferta de un contrato. Estaba en
timiento, tocaban una parte de su ser que nunca había podido dejar ir. Pero esa parte de e
ta que Valentina aún sostenía con las m
lveré lo que perdiste, lo que tanto deseaste. Pero también tendrás q
palabras se asentara sobre sus hombros. Su vida, su futuro, parecía depender de una única decisión. Y mientra
os, miró a Alejandro y dijo, c
cep