La esposa despreciada del CEO
rado en el armario la noche anterior. Aunque los diseños eran hermosos, no se sentía cómoda vistiendo algo tan ele
a pulida. Una sirvienta estaba a su lado, con un tazón en la mano, ayudándole a comer. Su rostro mo
u tono firme, aunque carente de emocio
la cabeza en señal de respeto-. La verdad, no fue por
sintió l
ntra en una situación como esta. Pero te aseguro
io, dejando a ambos en la amplia sala. Ana permaneció de
nte su cabeza hacia una silla cercana. Ana obedeció, s
nció Javier, directo al punto-. Este no es un papel ceremonial.
us manos temblaban li
ré mi mejo
leve sonrisa, ap
blioteca. Allí recibirás una introducción a tus primeras tareas. También
pudiera respond
da de lo que hago es improvisado. Mientras estés bajo
ncilla. Mientras el mayordomo aparecía para escoltarla, Ana no podía evitar preguntarse
de lo que ocurría en la antigua casa de su familia,
, la observaba con s
n como mi asistente perso
ia asintió
ónde em
un brillo de satisf
er las regl
que Javier le había entregado como parte de su nueva formación. No tenía id
illa de ruedas, la obse
una media sonrisa-. No es fácil
evantó la mira
quedarme aquí -admitió-. Pero...
omo si su respues
, Ana Victoria
descendió con furia de su vehículo, azotando la puerta con tal violencia que el sonido reverberó en el aire. Su rostro estaba desencajado, la i
el puño cerrado la pesada puerta de
es de acercarse a él. Uno de ellos, un hombre alto y
calma. Esta es una propiedad privada, si n
él con una mirad
! ¡Mi hija está aquí y
Santos en el umbral, con su expresión serena y calculadora. Sentado en su silla de ruedas, lo obser
udó con tono gélido-.
avanzó con intención de entrar,
contigo, Santos.
ceja, su expresión
ocupada. No puede rec
sarcástica y sacudió la
ú quien la tiene encerrada, quien la ha convertido en tu marionet
esponder, la voz de Ana Victo
alo
s al vestíbulo, con los puños apretados. Ana Victoria estaba al final de la sala, con un vestido sobrio y elegante, sos
idiste aparecer -dijo
una carca
está siendo destruida? -su voz se quebró de furia-. ¡Todo por tu culpa! ¡Por
e la mesa con cuidado
dó hasta el cuello, quien hizo promesas vacías y quien basó su v
cía a la mujer que tenía enfrente. Ya no era
la-. ¡Tienes la obligación de ayudarme! ¡Me de
zó una
¿Venderme? ¿Entregarme como si fuera un objeto de intercambio para salvar tu pellej
por un momento, pero su
vayas con tu esposo y le exijas que nos ayude.
fó, in
exigir algo? -Negó con la cabeza-. No voy a pedir
con los ojos
sagradecida!
u arrebato, Javier intervino, su
. Está agotando nuestra paciencia y ya hemos s
a él con el ro
nó en mi contra! ¡La convertiste
sonrió
simplemente dejó de ser la t
había más que pudiera hacer. Había perdido. Sin otro recurso, e
to! -vociferó antes de cruz
ó lentamente, sintiendo la adrenalina aún recorriéndole el
nejast
su expresió
eso es lo que quieres sabe
onrió le
l nunca aprende de sus errores. Tú, en
ndría tan fácilmente. Y por primera vez, temió lo q