La esposa despreciada del CEO
de dólares y lo estaban derrochando en fiestas, joyas y lujos. El padre, confiado, había negociado con el banco un plazo adicional de 24 hor
chocando en brindis interminables marcaban el ritmo de la ostentosa fiesta. Juan Hernández, sentado en el centro del salón
ombres vestidos de traje ingresó al salón principal. Liderados por un abog
l banco. Hemos venido a notificarle que, debido a la falta de pago de la hipoteca y tras un análisis d
risas se desvanecieron, reemplaz
pie de un salto-. ¡Eso es imposible! Tenemos un acu
uvo impasible, sus
euda pendiente. Además, al consultar con los asesores legales de Javier Santos, hemos recibi
r esas palabras. Dio un paso hacia ade
os acordó con mis asesores que recibir
ueó una ceja c
o han negado cualquier transferencia adicional, sino que también han señalado que el acuerdo original fue incump
stió Juan, con voz alterada-. ¡J
rofesional pero cortante-. La decisión está tomada, y el procedimiento de embargo
e los invitados se clavaron en Juan, quien empezó a sudar copiosamente. Su esposa, Ana
iferó, perdiendo completamente la compo
ausa y luego añadió,
legal. Por ahora, mi equipo procederá con el inven
ezaron a retirarse, algunos murmurando entre ellos, otros fingiendo no conocer a la familia Hernández. El bri
a con frustración mientras su espo
s van a dejar en la c
igarlo a cumplir! -respondió él, mientras ma
ció muda, como si las puertas hacia su supues
or primera vez en mucho tiempo, sintió el peso de sus
ución de los préstamos que le habían otorgado, cantidades que ascendían a cientos de miles de dólares. Los reclamos se intensificaron, y la tensión llenó el ambiente. Finalmente, acorralado y sin argumentos,
parecía inexistente. Su esposa, Anabella, permanecía en la habitación, entre lágrimas y recriminacion
ana sigu
en la entrada de la mansión, listos para proceder con el embargo. Juan Hernández intentó detenerlo
ones! -exclamó Juan, su voz cargada de dese
calma, como si hablara con un n
te ningún compromiso financiero pendiente. Además, debido al incumplimiento
, sudando de los nervios-. ¡É
tró ninguna reacc
tienen validez sin respaldo contractual. Ahora, po
abella lloraba y gritaba en el fondo. Juan, derrotado, no pudo más que observar cómo
obras de arte y las reliquias familiares. Cada objeto que llevaban era un recordatorio de su der
gritó, aferrándose a un jarrón d
pondió uno de los empleados con frialdad-. Na
mpleados del banco, sino antiguos "amigos" de Juan. Hombres y mujeres que le habían prestado grandes s
ario con el rostro endurecido-. Ha llega
ronando a una velocidad aterradora, y ahora no solo enfrentaba la b
ro... -balbuceó, pero su voz carecía de la fir
dores soltó una
mpo cuando pediste prestado. Ahora nos pagas, o
iró a Anabella, esperando que ella dijera algo, pero su esposa solo sollozaba, ab
. -rogó Juan, pero los hombres
. La mansión, los autos de lujo, las obras de arte... todo estaba siendo reclamado por los b
teléfono con manos temblorosas y marcando el núme
que, finalmente, alguien contest
ntos. ¿En qué
do por la voz grave y profesio
? ¡Quiero hablar con ella
que el asistente de Javier respo
a. Le sugiero que no la moles
que la ira
sirviente! ¡Esa es mi hi
Ahora pertenece a la familia Santos, y eso significa que su tiempo y su lealtad le pertenecen únicamente a s
udiera responder, l
de las manos, y su rostr
ó, lanzando el aparato contr
en un sofá, levantó la mirada co
é te
con furia d
maldita inútil nos
ahogado mientras los hombres que
s acreedores, cruzándose de brazos-. Parece q
n recorrerle la espalda. Estaba comple