La esposa despreciada del CEO
ue había visto a Juan Hernández enojado muchas veces, jamás lo había vist
s hacia el estudio de Javier, su mente llena de preguntas. No tardó en encontrarlo. Estaba en su silla, revisando unos documentos co
teniéndose de pie frente a su esposo-. Mi padre nunca había es
a vista con una
n su tono habitual, sereno pero firme-. Y porque no tuvo el senti
unció
ntien
nto sobre la mesa y l
. Mis asesores solo acordaron con él la entrega de una suma inicial, que ya recibió y despilfarró en menos de veinticuatro horas. El resto estaba sujeto a condiciones q
No era ajena a las manipulaciones de su padre, pero e
es el em
n el dinero que esperaba de mí, Juan Hernández no tuvo forma de frenar a los bancos. El embargo se ejecutó sin que pudiera hacer nada al respecto.
ponsabilidad salvar a su familia, no después de cómo la habían t
Javier-. Para exigir respuestas, para encontrar una mane
s culpable y que intercedieras por él. Pero ya no tienes que hacerlo. N
no era la hija menospreciada, la sombra en su propia f
duda la asaltó. Mir
r qué aceptaste casarte conmigo si sa
un destello de algo in
o siempre juego a largo plazo. Y tú eres
Javier nunca hacía nada sin un propósito. Y ahora,
as confirmaciones que su jefe esperaba. Las negociaciones se habían hecho en
ández estarán listos para la firma en unas horas.
con una satisfacción casi i
ero que Juan Hernández entienda que su tiempo d
e la habitación, dejando a Jav
ró a Javier y supo que, aunque ahora compartían un apellido
vie
antó l
¿
hondo antes
neas hace
resión que la hacía sentir que él
a esposa, de
er era un hombre calculador, meticuloso, un estratega que había manipulado cada movimiento hast
ió la mano ligeramente, y su asistente se ace
reno, pero cargado de autoridad-. Nuestra boda fue un acuerdo, sí, per
sto con la cabeza. El asistente abrió la caja, revel
inoso que atrapaba la luz de la habitación. A su alrededor, pequeños diamantes incrustados formaban una delicada corona, mientras la banda de pla
r mirar a Javier
anil
o él con calma-. Quería que tuvieras algo
, sintiendo el p
emasi
arqueó
iado" cuando se t
e todo, no podía negar que el anillo era una obra mae
con un destello de f
con tono más bajo, mirando por un instante sus propia
reyera completamente, sino porque, por primera vez
elicadeza y lo desli
? -preguntó e
ve sonrisa, como si esa preg
ente eres la esposa de Javier
do. Ana miró el anillo una vez más y supo que, le