EDWARD COLLINS
s al Starbucks por un buen caf
nemos pacientes y la pereza se adueña de nuestros cuerpos. L
a idea-contes
ks más cercano. Al llegar notamos que el lugar está a reventar y hay una cola enorme para ordena
ero de aquí no me muevo s
otras entran y cuando veo al frente nuevamente me doy cuenta de que la gran
él y no puedo dejar de observarlo. El poderoso hombre tiene puesto un pantalón de vestir negro con zapatos acordes, una camisa blanca de m
son de un azul tan intenso que me transportan al mar inmediatamente, su tez blanca, sus labios rosados y carnosos me incitan a querer probarlos, sus cej
aca del bolsillo del pantalón su teléfono y lee algo en el que lo hace sonreír, juro qu
clavada en el sitio. Cuando consi
r e impresionante a
enda gira el cuello, ob
buenísimo ese pedazo
teresante y tentad
e expresé en voz alta, grave error. Brenda no me va a dej
-lo señala-, los veinte ya no los cumple. Además, te vendría
ad solo importa en los vinos-Brenda se ríe-, pero no estoy diciendo con est
que dejaras de ser tan tímida e insegura de ti misma. Eres muy linda y cualquier hombre que se enamore de ti sabrá apreciarte, no entiendo por qué ti
ese día vas a querer ser mi amiga o pue
o es lo q
Es nuestro turno de ordenar-digo rápidamente
anas de tomar el frappuccino, odio pensar y record
ue ordene el café de siempre por ella, lo hago y pido el mí
adable y me pierdo en el. Hasta que escucho una gruesa y varonil voz a mi espalda, el hombre le pide amable a la chica de a
uien. Pensé que el hombre detrás de mí ya se había ido, pero me equivoqué, uno de mis cafés terminó baña
a visto hace unos minutos. ¡Qué vergüenza!,
respondo-. Señorita le hice u
aturdimiento y respondo
ulpe,
y me disculpo con la señora, ella con una amplia sonrisa me dice que me quede tranquila, qu
la del demonio para ordenar. Al llegar a la mesa donde está mi amiga hablando por teléfono me dice qu
e me pasó y se ríe, yo no lo h
disfruta, al menos tuviste un encuentro co
iera diferente-expreso sincer
la mesa y escucho nuevam
pe, señ
re que me roba el aliento y por primera vez
o-, me parece justo que lo aceptes como una muestra de d
iendo y, lo hago con algo de vergüenza. Es la primera ve
go y siento co
brinda una espléndida sonrisa
ios, qué ho
a cada vez más. Supongo que no volveré a verlo y e
Brenda muerta de risa-. Al menos tu
me hubiera encanta
ada laboral. De pronto algo ocurre, se escuchan susurros en el área y busco con la mirada para ver qué es lo que pasa, pero me quedo petrificada en el